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"Para después de mi muerte, dejo heredero y señor al Sepulcro del Señor, que está en Jerusalem, y a aquellos que cuidan y custodian y sirven a Dios; y al Hospital de los Pobres, que està en Jerusalem; y al Templo de Salomón, con los caballeros que cuidan de defender el nombre de la cristiandad. A estos tres concedo todo mi reino. Así el dominio que tengo en la tierra de mi reino, el principado y el derecho que tengo en todos los hombres de mi tierra, tanto en clérigos como en laicos, obispos, abades, canónigos, monjes, optimates, caballeros, burgueses, rústicos, mercaderes, varones, mujeres, pequeños y grandes, ricos y pobres, judíos y sarracenos, con tal ley y costumbre como mi padre y mi hermano y yo hasta ahora tuvimos o debemos haber. (....) De este modo todo mi reino, como sobreescrito está, y toda mi tierra, cuanto tengo y cuanto adquirí o en lo futuro adquiera, con el auxilio de Dios, cualquier cosa que yo ahora doy y en adelante legítimamente podré dar, todo lo otorgo y concedo al Sepulcro del Señor y al Hospital de los pobres y a la milicia del Templo de Salomón, para que ellos tengan y posean por tres partes justas e iguales."
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