[...]. En fin, D. Fernando salió á campaña, y tomo la ofensiva, procurando aislar al portugués de los puntos donde había de hallar ayuda. Después de algunos movimientos en los cuales unos y otros combatientes mostraban los pocos deseos de pelear, vinieron á las manos junto á Toro, combatiéndose unos y otros con tanta blandura, que los Isabelinos con no haber desbaratado al portugués, se atribuyeron la victoria, y los Juanistas no se tuvieron por derrotados, siendo así que se apartaron con disgusto de la pelea. […]. Véase Crónica de la provincia de Segóvia, D. Luís Carreras (1866), p. 74
[…] ¿fue realmente una victoria? Probablemente no lo fue desde el punto de vista militar, debido a la confusión del combate. Pero desde el punto de vista político sí. Y decisiva. […]. Véase L'avènement d'Isabelle la Catholique, Ferrara y Marino (1958), p.389,
[…] y allí don Fernando es el que va a aunar su valor militar, su espada, en la batalla de Toro, gritando: «Adelante, seguidme caballeros de Castilla, que yo soy vuestro rey»; y cuando termina la batalla, indecisa, mientras los demás se entregan fatigados al reposo, él va a estar con sus amanuenses escribiendo cartas a todas las ciudades importantes de Castilla y de Aragón, comunicando que aquella batalla – que …era indecisa – ha sido una victoria resonante, y es que esta propaganda activísima del que ha combatido en la batalla, pero que todavía está en vigilia, hace que aquellos que estaban indecisos y no sabían si ponerse del partido de Isabel o del partido de la “Beltraneja”, se pasen con armas y bagajes al partido de la reina. […]. Véase Anales, Universidad Autónoma de Santo Domingo (1954), p. 355
[…]1476, batalla de Toro. En los campos de Castilla se libra un combate incierto. Incierto es el resultado de la batalla. De un lado luchan Isabel y Fernando; de otro, diversos y resueltos elementos. El resultado de la batalla es vago, inseguro; no se puede decir, al pronto, quién la ha ganado. Pero van pasando días y todo se inclina hacia el lado de Fernando e Isabel. En realidad, la victoria es de estos dos Monarcas. […]. Véase "Historia y vida", Azorín (1962), "p. 37"
[…]. Comparando el número de las fuerzas portuguesas y castellanas en presencia, tanto en tierra como en el mar, y a sus éxitos respectivos, la superioridad de los reyes de Castilla y Aragón en tropas fue largamente compensada por las mayores fuerzas navales y preparación náutica portuguesas, comprobadas por sus victorias contra los castellanos.[…]. .Véase Os Descobrimentos Portugueses, Jaime Cortesão (1990), volumen 3, p.557
[…] La flota hizo escala para dar refuerzos y provisiones a las guarniciones portuguesas de Ceuta, Tánger, Alkazarquivir e Arcilla, ya que Afonso temía las acciones de los moros y, aún más, las que pudieran emprender los andaluces. Y tenía buenas razones, porque los nuevos refuerzos llegaron justo a tiempo para repeler un ataque lanzado sobre Ceuta por orden de Medina Sidonia […]. Véase Isabel la católica, Peggy K. Liss (1998), p.143
Año de la Batalla de Toro, que liquidó la sucesión de Enrique IV de Castilla (Ruiz Martín, Felipe (2003). La monarquía de Felipe II. Real Academia de la Historia. p. 183. ISBN9788495983305. — Suárez Fernández, Luis (1989). La conquista del trono. Ediciones Rialp. p. 157. ISBN9788432124761. Archivado desde el original el 15 de marzo de 2012. Consultado el 3 de enero de 2012.). El tratado de paz y la renuncia formal no llegaría hasta 1479.
[...]. En fin, D. Fernando salió á campaña, y tomo la ofensiva, procurando aislar al portugués de los puntos donde había de hallar ayuda. Después de algunos movimientos en los cuales unos y otros combatientes mostraban los pocos deseos de pelear, vinieron á las manos junto á Toro, combatiéndose unos y otros con tanta blandura, que los Isabelinos con no haber desbaratado al portugués, se atribuyeron la victoria, y los Juanistas no se tuvieron por derrotados, siendo así que se apartaron con disgusto de la pelea. […]. Véase Crónica de la provincia de Segóvia, D. Luís Carreras (1866), p. 74
[…] ¿fue realmente una victoria? Probablemente no lo fue desde el punto de vista militar, debido a la confusión del combate. Pero desde el punto de vista político sí. Y decisiva. […]. Véase L'avènement d'Isabelle la Catholique, Ferrara y Marino (1958), p.389,
[…] y allí don Fernando es el que va a aunar su valor militar, su espada, en la batalla de Toro, gritando: «Adelante, seguidme caballeros de Castilla, que yo soy vuestro rey»; y cuando termina la batalla, indecisa, mientras los demás se entregan fatigados al reposo, él va a estar con sus amanuenses escribiendo cartas a todas las ciudades importantes de Castilla y de Aragón, comunicando que aquella batalla – que …era indecisa – ha sido una victoria resonante, y es que esta propaganda activísima del que ha combatido en la batalla, pero que todavía está en vigilia, hace que aquellos que estaban indecisos y no sabían si ponerse del partido de Isabel o del partido de la “Beltraneja”, se pasen con armas y bagajes al partido de la reina. […]. Véase Anales, Universidad Autónoma de Santo Domingo (1954), p. 355
[…]1476, batalla de Toro. En los campos de Castilla se libra un combate incierto. Incierto es el resultado de la batalla. De un lado luchan Isabel y Fernando; de otro, diversos y resueltos elementos. El resultado de la batalla es vago, inseguro; no se puede decir, al pronto, quién la ha ganado. Pero van pasando días y todo se inclina hacia el lado de Fernando e Isabel. En realidad, la victoria es de estos dos Monarcas. […]. Véase "Historia y vida", Azorín (1962), "p. 37"
[…]. Comparando el número de las fuerzas portuguesas y castellanas en presencia, tanto en tierra como en el mar, y a sus éxitos respectivos, la superioridad de los reyes de Castilla y Aragón en tropas fue largamente compensada por las mayores fuerzas navales y preparación náutica portuguesas, comprobadas por sus victorias contra los castellanos.[…]. .Véase Os Descobrimentos Portugueses, Jaime Cortesão (1990), volumen 3, p.557
La campaña de Canarias: véase Década IV, Alonso de Palencia (1970), libro XXXI, Capítulos VIII y IX (...preparación de dos flotas [para Guinea y para Gran Canaria, respectivamente] para que con ellas juntas a su tiempo El Rey Fernando aplaste a sus enemigos [los portugueses]...).
Véase
Decada IV, Alonso de Palencia (1970), libro XXXII, capítulo III. Esta victoria permitió al Príncipe perfecto utilizar las islas Canarias como moneda de trueque por el monopolio portugués de navegación y comercio en todo el océano Atlántico “para bajo y adelante” de esas islas, en el tratado de Alcáçovas.
[…] La flota hizo escala para dar refuerzos y provisiones a las guarniciones portuguesas de Ceuta, Tánger, Alkazarquivir e Arcilla, ya que Afonso temía las acciones de los moros y, aún más, las que pudieran emprender los andaluces. Y tenía buenas razones, porque los nuevos refuerzos llegaron justo a tiempo para repeler un ataque lanzado sobre Ceuta por orden de Medina Sidonia […]. Véase Isabel la católica, Peggy K. Liss (1998), p.143
López de Coca Castañer: [...] aquel verano, D. Enrique de Guzmán cruzaba el Estrecho con cinco mil hombres para tomar Ceuta, llegando a ocupar parte del recinto urbano tras la primera embestida, [la ciudad portuguesa fue cercada al mismo tiempo por un ejército musulmán y por otro castellano] pero opta por retirarse al saber que venía el rey de Portugal con refuerzos para los sitiados [...]. Véase El papel de Granada en las relaciones castellano-portuguesas (1369-1492), en Espacio, tiempo y forma, Serie III, Historia Medieval, Coca Castañer (2004), tomo 17, p.350.
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Año de la Batalla de Toro, que liquidó la sucesión de Enrique IV de Castilla (Ruiz Martín, Felipe (2003). La monarquía de Felipe II. Real Academia de la Historia. p. 183. ISBN9788495983305. — Suárez Fernández, Luis (1989). La conquista del trono. Ediciones Rialp. p. 157. ISBN9788432124761. Archivado desde el original el 15 de marzo de 2012. Consultado el 3 de enero de 2012.). El tratado de paz y la renuncia formal no llegaría hasta 1479.