Según indica Altuna, muchos de los trabajos sobre las representaciones del Paleolítico superior utilizan términos de forma no precisa o errónea. Así por ejemplo, no existe en zoología la familia de los «cápridos», ya que las cabras pertenecen a la familia de los «bóvidos», a la que también pertenecen bisontes o uros, pero el término bóvido no permite distinguir un bisonte o un uro. Algo semejante ocurre con el término cérvido que según autores puede incluir a los renos y casi nunca incluye a los corzos y otros que también son cérvidos (Altuna, 2002, pp. 21-22). ——— (enero-febrero de 2002). «Los animales representados en el arte rupestre de la Península Ibérica. Frecuencias de los mismos»(PDF). MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) (San Sebastián: Sociedad de Ciencias Naturales ARANZADI) (54): 21-33. ISSN1132-2217. Consultado el 26 de abril de 2012.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)
«Luz sin humo»(PDF). Diario de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca (23): 11. primavera de 2007. Archivado desde el original el 8 de septiembre de 2011. Consultado el 1 de agosto de 2011.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)
«Las manos en negativo»(PDF). Diario de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca (16): 11. verano de 2005. Archivado desde el original el 14 de marzo de 2012. Consultado el 25 de julio de 2011.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)
Menéndez, Mas y Mingo, 2009, p. 70 Menéndez, Mario; Mas, Martí; Mingo, Alberto (septiembre de 2009). El arte en la Prehistoria(PDF) (primera reimpresión de la 1ª edición). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). ISBN978-84-362-5902-5. Consultado el 2 de mayo de 2012.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda) La versión online se encuentra limitada a una vista parcial.
Así lo cuenta el propio Sautuola en su Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, según nos indica Almagro (Almagro Basch, 1969, pp. 104-105): «aguijoneado por su afición a estos estudios y excitado muy principalmente por las numerosas y curiosísimas colecciones de objetos prehistóricos que tuve el gusto de contemplar repetidas veces durante la Exposición Universal de 1878 en París». (Sanz de Sautoula, 1880) Almagro Basch, Martín (enero-febrero de 1969). «En el aniversario del descubrimiento de la Cueva de Altamira»(PDF). AtlántidaVII (37): 104-111. Consultado el 26 de abril de 2012.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)
El Marqués de Cerralbo, 1909, pp. 443-449. El Marqués de Cerralbo (junio de 1909). «La Caverna de Altamira»(PDF). Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid: Museo Nacional de Ciencias Naturales). Tomo 54 (Cuaderno 6): 441-471. Consultado el 2 de mayo de 2012.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)
Para su nombre, a veces alterado en las fuentes, véase "Los fundadores", Fundación Botín, Santander. Nacida en 1871, falleció en 1946, tras entroncar en 1898 por matrimonio con los Botín, cf. A. de Ceballos-Escalera y Gila, "Notas para la historia de la plutocracia hispana: bosquejo genealógico de la familia Botín y noticia del marquesado de O’Shea", Cuadernos de Ayala 40, oct.-dic. 2009, pp. 9 ss., espec. 18Archivado el 24 de abril de 2016 en Wayback Machine. (con errata "1841" por "1871"). Era nieta por línea materna (Escalante y Prieto) del reciente alcalde de Santander Cornelio de Escalante y Aguirre.
culturadecantabria.com
cuevas.culturadecantabria.com
Consejería de Educación, Cultura y Deporte. Gobierno de Cantabria. «Arte paleolítico en Europa. El significado». Cuevas Prehistóricas de Cantabria. Archivado desde el original el 2 de septiembre de 2011. Consultado el 22 de julio de 2011.
Antuña, Marifé (1 de agosto de 2009). «En la mente del pintor de la cueva»(HTML). ElComercio.es. Consultado el 3 de agosto de 2011. «Entrevista a M. Múzquiz y P. Saura».
En las conclusiones provisionales de este trabajo,, El proyecto científico Los Tiempos de Altamira: primeros resultados, se ponen en entredicho casi todos los resultados anteriores que interpretaban el vestíbulo como parte habitada habitualmente, indicando la posibilidad que realmente el hombre de Altamira utilizara principalmente el abrigo ya desaparecido, y lo que denominamos vestíbulo fuera un lugar de depósito de restos de la actividad humana allí realizada y llegados por arrastre de las aguas (Lasheras et al., 2005/2006, pp. 153-156) ———; Montes, Ramón; Muñoz, Emilio; Rasines, Pedro; Heras, Carmen de las; Fatás, Pilar (2005/2006). «El proyecto científico Los Tiempos de Altamira: primeros resultados»(PDF). MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) (Sociedad de Ciencias Naturales ARANZADI) III (57): 143-159. ISSN1132-2217. Consultado el 18 de abril de 2012. Ubicación alternativa en la web de la editorialArchivado el 15 de noviembre de 2012 en Wayback Machine..
Existen discrepancias en la fecha concreta de la primera visita de Sautuola a Altamira. No hay referencias directas sino indirectas deducidas de los textos del propio Sautuola o a partir de terceros. García Guinea da por cierta la fecha de 1876 (García Guinea, 1979, p. 15). ——— (1979). Altamira y otras cuevas de Cantabria. Madrid: Sílex Ediciones. ISBN84-85041-34-8. Consultado el 26 de abril de 2012. La versión online se encuentra limitada a una vista parcial y corresponde a la 5.ª reimpresión de 2004 (4.ª edición de 2000).
Para comprender las causas de las reticencias de los expertos en la aceptación del arte parietal frente a la aceptación que tuvo casi de forma inmediata el arte mobiliar en sus primeros planteamientos en 1864 debe tenerse en cuenta que llevó 22 años desde el reconocimiento de la primera obra encontrada en la cueva de Altamira en 1880 cuando Sautuola publicó su Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, hasta que Cartailhac en 1902 reconoció haberse confundido y escribió su La cueva de Altamira. Mea culpa de un escéptico. En el artículo «1864-1902: el reconocimiento del arte paleolítico» (Moro Abadía y González Morales, 2004) se establecen algunas hipótesis tan interesantes como que el arte mobiliar, de objetos cotidianos, pudo ser aceptado porque se interpretaba como artesanía y eso permitió encajar con el evolucionismo imperante, que esperaba encontrar trabajos no evolucionados para tribus salvajes no evolucionadas, pero la pintura parietal, de grabados y pinturas sobre las paredes de las cuevas, y en especial con la calidad técnica y realismo de las de Altamira, no eran aceptables para una lógica científica[28] que confiaba más en ella misma que en las propias evidencias. Tal vez retrasó la aceptación que las pinturas fueran descubiertas en España y no en Francia (García Guinea, 1979, p. 51), o lo fueran por un amateur, o incluso que las primeras pinturas fueran las de mayor calidad hasta ahora encontradas (Moro Abadía y González Morales, 2004).[28] Moro Abadía, Óscar; González Morales, Manuel R. (2004). «1864-1902: El reconocimiento del arte paleolítico»(PDF). Zephyrvs (Publicaciones de la Universidad de Salamanca) (57): 119-135. ISSN0514-7336. Consultado el 2 de mayo de 2012.——— (1979). Altamira y otras cuevas de Cantabria. Madrid: Sílex Ediciones. ISBN84-85041-34-8. Consultado el 26 de abril de 2012. La versión online se encuentra limitada a una vista parcial y corresponde a la 5.ª reimpresión de 2004 (4.ª edición de 2000). Moro Abadía, Óscar; González Morales, Manuel R. (2004). «1864-1902: El reconocimiento del arte paleolítico»(PDF). Zephyrvs (Publicaciones de la Universidad de Salamanca) (57): 119-135. ISSN0514-7336. Consultado el 2 de mayo de 2012.
En contra de lo que se puede pensar, las excavaciones de Obermaier fueron de un rigor científico y metodologías propias de tiempos posteriores (González Echegaray y Freeman, 1996, pp. 266-267). González Echegaray, Joaquín; Freeman, Leslie Gordon (1996). «Obermaier y Altamira. Las nuevas excavaciones». En Moure Romanillo, Alfonso, ed. "El hombre fósil" 80 años después: volumen conmemorativo del 50 aniversario de la muerte de Hugo Obermaier. Universidad de Cantabria. pp. 249-270. ISBN9788481021394. Consultado el 26 de abril de 2012. La versión online se encuentra limitada a una vista parcial.
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García Guinea, 1979, pp. 108, 112. ——— (1979). Altamira y otras cuevas de Cantabria. Madrid: Sílex Ediciones. ISBN84-85041-34-8. Consultado el 26 de abril de 2012. La versión online se encuentra limitada a una vista parcial y corresponde a la 5.ª reimpresión de 2004 (4.ª edición de 2000).
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García Guinea, 1979, pp. 116-117. ——— (1979). Altamira y otras cuevas de Cantabria. Madrid: Sílex Ediciones. ISBN84-85041-34-8. Consultado el 26 de abril de 2012. La versión online se encuentra limitada a una vista parcial y corresponde a la 5.ª reimpresión de 2004 (4.ª edición de 2000).
Wong, 2009, pp. 16-21. Wong, Kate (octubre de 2009). «La extinción de los neandertales». Investigación y Ciencia (397): 16-21. ISSN0210-136X. Resumen divulgativo.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda); |fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
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Si bien la polémica involucró a importantes científicos del momento, esta no tuvo una repercusión tan grande como otros temas de esas fechas: creacionismo contra actualismo, «alta antigüedad del hombre», etc. (Moro Abadía y González Morales, 2004, p. 129) Moro Abadía, Óscar; González Morales, Manuel R. (2004). «1864-1902: El reconocimiento del arte paleolítico»(PDF). Zephyrvs (Publicaciones de la Universidad de Salamanca) (57): 119-135. ISSN0514-7336. Consultado el 2 de mayo de 2012.
Para comprender las causas de las reticencias de los expertos en la aceptación del arte parietal frente a la aceptación que tuvo casi de forma inmediata el arte mobiliar en sus primeros planteamientos en 1864 debe tenerse en cuenta que llevó 22 años desde el reconocimiento de la primera obra encontrada en la cueva de Altamira en 1880 cuando Sautuola publicó su Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, hasta que Cartailhac en 1902 reconoció haberse confundido y escribió su La cueva de Altamira. Mea culpa de un escéptico. En el artículo «1864-1902: el reconocimiento del arte paleolítico» (Moro Abadía y González Morales, 2004) se establecen algunas hipótesis tan interesantes como que el arte mobiliar, de objetos cotidianos, pudo ser aceptado porque se interpretaba como artesanía y eso permitió encajar con el evolucionismo imperante, que esperaba encontrar trabajos no evolucionados para tribus salvajes no evolucionadas, pero la pintura parietal, de grabados y pinturas sobre las paredes de las cuevas, y en especial con la calidad técnica y realismo de las de Altamira, no eran aceptables para una lógica científica[28] que confiaba más en ella misma que en las propias evidencias. Tal vez retrasó la aceptación que las pinturas fueran descubiertas en España y no en Francia (García Guinea, 1979, p. 51), o lo fueran por un amateur, o incluso que las primeras pinturas fueran las de mayor calidad hasta ahora encontradas (Moro Abadía y González Morales, 2004).[28] Moro Abadía, Óscar; González Morales, Manuel R. (2004). «1864-1902: El reconocimiento del arte paleolítico»(PDF). Zephyrvs (Publicaciones de la Universidad de Salamanca) (57): 119-135. ISSN0514-7336. Consultado el 2 de mayo de 2012.——— (1979). Altamira y otras cuevas de Cantabria. Madrid: Sílex Ediciones. ISBN84-85041-34-8. Consultado el 26 de abril de 2012. La versión online se encuentra limitada a una vista parcial y corresponde a la 5.ª reimpresión de 2004 (4.ª edición de 2000). Moro Abadía, Óscar; González Morales, Manuel R. (2004). «1864-1902: El reconocimiento del arte paleolítico»(PDF). Zephyrvs (Publicaciones de la Universidad de Salamanca) (57): 119-135. ISSN0514-7336. Consultado el 2 de mayo de 2012.
En las conclusiones provisionales de este trabajo,, El proyecto científico Los Tiempos de Altamira: primeros resultados, se ponen en entredicho casi todos los resultados anteriores que interpretaban el vestíbulo como parte habitada habitualmente, indicando la posibilidad que realmente el hombre de Altamira utilizara principalmente el abrigo ya desaparecido, y lo que denominamos vestíbulo fuera un lugar de depósito de restos de la actividad humana allí realizada y llegados por arrastre de las aguas (Lasheras et al., 2005/2006, pp. 153-156) ———; Montes, Ramón; Muñoz, Emilio; Rasines, Pedro; Heras, Carmen de las; Fatás, Pilar (2005/2006). «El proyecto científico Los Tiempos de Altamira: primeros resultados»(PDF). MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) (Sociedad de Ciencias Naturales ARANZADI) III (57): 143-159. ISSN1132-2217. Consultado el 18 de abril de 2012. Ubicación alternativa en la web de la editorialArchivado el 15 de noviembre de 2012 en Wayback Machine..
Según la época y los autores se pensó en distintas técnicas, por ejemplo, García Guinea apuesta por una especie de pintura al óleo: «El color utilizado y predominante es el ocre natural, posiblemente mezclado con grasa animal...» (García Guinea, 1975, p. 12), mientras que Múzquiz lo hace por el agua «...aplicados sobre la piedra o transformados en pigmento y mezclados con agua,...» (Múzquiz Pérez-Seoane y Saura, 1999, p. 89) e incluso llega a indicar los inconvenientes de usar una base grasa en una superficie húmeda como es el techo de una cueva (Múzquiz Pérez-Seoane, 1994, p. 363), al igual que Pietsch cuando dice «El procedimiento pictórico debe calificarse según esto como un tipo de fresco natural» por el proceso de intrusión natural de los materiales con el carbonato cálcico del techo o pared de la cueva (Pietsch, 1964, p. 24). Álvarez-Fernández corrobora el uso de ocre soplado (Álvarez-Fernández, 2009, pp. 178-179), y Leroi-Gourhan se decanta por el agua aunque menciona otras posibilidades como son la sangre y el tuétano (Leroi-Gourhan, 1983, p. 12). García Guinea, Miguel Ángel (1975). Altamira y el arte prehistórico de las cuevas de Santander. Madrid: Patronato de la Cuevas Prehistóricas de Santander. Dirección General del Patronato Artístico y Cultural. ISBN84-400-8797-7.———; Saura, Pedro (junio de 1999). «Los secretos de Altamira». Newton Siglo XXI2 (14): 84-92. «Un solo artista pintó esta obra maestra».La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)Múzquiz Pérez-Seoane, Matilde (1994). «Análisis del proceso artístico del arte rupestre»(PDF). Complutum (5): 357-368. ISSN1131-6993. Consultado el 22 de abril de 2012.Pietsch, Erich (1964). Altamira y la prehistoria de la tecnología química. Madrid: Patronato de Investigación Científica y Técnica “Juan de la Cierva” - (C.S.I.C.). OCLC28779910. Depósito legal: M. 9.345.-1964.——— (2009). «Análisis arqueomalacológico de la cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria): Excavaciones de J. González Echegaray y L.G. Freeman»(PDF). Complutum20 (1): 55-70. ISSN1131-6993. Consultado el 26 de abril de 2012.Leroi-Gourhan, André (1983). Los primeros artistas de Europa. Introducción al arte parietal paleolítico. Las huellas del hombre. Revisado por Eduardo Ripoll Perelló. Madrid: Ediciones Encuentro. ISBN84-7490-082-4.
Según indica Altuna, muchos de los trabajos sobre las representaciones del Paleolítico superior utilizan términos de forma no precisa o errónea. Así por ejemplo, no existe en zoología la familia de los «cápridos», ya que las cabras pertenecen a la familia de los «bóvidos», a la que también pertenecen bisontes o uros, pero el término bóvido no permite distinguir un bisonte o un uro. Algo semejante ocurre con el término cérvido que según autores puede incluir a los renos y casi nunca incluye a los corzos y otros que también son cérvidos (Altuna, 2002, pp. 21-22). ——— (enero-febrero de 2002). «Los animales representados en el arte rupestre de la Península Ibérica. Frecuencias de los mismos»(PDF). MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) (San Sebastián: Sociedad de Ciencias Naturales ARANZADI) (54): 21-33. ISSN1132-2217. Consultado el 26 de abril de 2012.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)
Finlayson y et al., 2006, pp. 850-853. Finlayson, Clive; et al. (19 de octubre de 2006). «Late survival of Neanderthals at the southernmost extreme of Europe». Nature(en inglés) (443): 850-853. ISSN0028-0836. Resumen divulgativo.|fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
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Múzquiz Pérez-Seoane, 1990, pp. 14-22. ——— (1990). «El pintor de Altamira pintó en la Cueva del Castillo». Revista de Arqueología (114): 14-22. ISSN0212-0062.
En las conclusiones provisionales de este trabajo,, El proyecto científico Los Tiempos de Altamira: primeros resultados, se ponen en entredicho casi todos los resultados anteriores que interpretaban el vestíbulo como parte habitada habitualmente, indicando la posibilidad que realmente el hombre de Altamira utilizara principalmente el abrigo ya desaparecido, y lo que denominamos vestíbulo fuera un lugar de depósito de restos de la actividad humana allí realizada y llegados por arrastre de las aguas (Lasheras et al., 2005/2006, pp. 153-156) ———; Montes, Ramón; Muñoz, Emilio; Rasines, Pedro; Heras, Carmen de las; Fatás, Pilar (2005/2006). «El proyecto científico Los Tiempos de Altamira: primeros resultados»(PDF). MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) (Sociedad de Ciencias Naturales ARANZADI) III (57): 143-159. ISSN1132-2217. Consultado el 18 de abril de 2012. Ubicación alternativa en la web de la editorialArchivado el 15 de noviembre de 2012 en Wayback Machine..
Breuil y Obermaier, 1984, p. 21 Plano realizado durante las excavaciones y publicado en las ediciones inglesa y española de 1935. Breuil, H.; Obermaier, H. (1984) [1935]. La Cueva de Altamira en Santillana del Mar. Versión española de José Pérez de Barradas. Madrid: El Viso. Resumen divulgativo. El resumen divulgativo incluye algunas páginas del original.
Ministerio de Cultura. «Museo de Altamira. Búsqueda en catálogo». Consultado el 7 de julio de 2011.. Para ver la colección completa de piezas arqueológicas y sus respectivas fichas se debe introducir «Cueva de Altamira» en el criterio «Lugar específico/Yacimiento» del formulario.
Leroi-Gourhan, 1983, pp. 39-40, en la figura 35.a (Breuil y Obermaier, 1984, p. 74) Breuil recogió el caballo mencionado y fotografiado por Leroi-Gourhan Leroi-Gourhan, André (1983). Los primeros artistas de Europa. Introducción al arte parietal paleolítico. Las huellas del hombre. Revisado por Eduardo Ripoll Perelló. Madrid: Ediciones Encuentro. ISBN84-7490-082-4.Breuil, H.; Obermaier, H. (1984) [1935]. La Cueva de Altamira en Santillana del Mar. Versión española de José Pérez de Barradas. Madrid: El Viso. Resumen divulgativo. El resumen divulgativo incluye algunas páginas del original.
Finlayson y et al., 2006, pp. 850-853. Finlayson, Clive; et al. (19 de octubre de 2006). «Late survival of Neanderthals at the southernmost extreme of Europe». Nature(en inglés) (443): 850-853. ISSN0028-0836. Resumen divulgativo.|fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
Según la época y los autores se pensó en distintas técnicas, por ejemplo, García Guinea apuesta por una especie de pintura al óleo: «El color utilizado y predominante es el ocre natural, posiblemente mezclado con grasa animal...» (García Guinea, 1975, p. 12), mientras que Múzquiz lo hace por el agua «...aplicados sobre la piedra o transformados en pigmento y mezclados con agua,...» (Múzquiz Pérez-Seoane y Saura, 1999, p. 89) e incluso llega a indicar los inconvenientes de usar una base grasa en una superficie húmeda como es el techo de una cueva (Múzquiz Pérez-Seoane, 1994, p. 363), al igual que Pietsch cuando dice «El procedimiento pictórico debe calificarse según esto como un tipo de fresco natural» por el proceso de intrusión natural de los materiales con el carbonato cálcico del techo o pared de la cueva (Pietsch, 1964, p. 24). Álvarez-Fernández corrobora el uso de ocre soplado (Álvarez-Fernández, 2009, pp. 178-179), y Leroi-Gourhan se decanta por el agua aunque menciona otras posibilidades como son la sangre y el tuétano (Leroi-Gourhan, 1983, p. 12). García Guinea, Miguel Ángel (1975). Altamira y el arte prehistórico de las cuevas de Santander. Madrid: Patronato de la Cuevas Prehistóricas de Santander. Dirección General del Patronato Artístico y Cultural. ISBN84-400-8797-7.———; Saura, Pedro (junio de 1999). «Los secretos de Altamira». Newton Siglo XXI2 (14): 84-92. «Un solo artista pintó esta obra maestra».La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)Múzquiz Pérez-Seoane, Matilde (1994). «Análisis del proceso artístico del arte rupestre»(PDF). Complutum (5): 357-368. ISSN1131-6993. Consultado el 22 de abril de 2012.Pietsch, Erich (1964). Altamira y la prehistoria de la tecnología química. Madrid: Patronato de Investigación Científica y Técnica “Juan de la Cierva” - (C.S.I.C.). OCLC28779910. Depósito legal: M. 9.345.-1964.——— (2009). «Análisis arqueomalacológico de la cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria): Excavaciones de J. González Echegaray y L.G. Freeman»(PDF). Complutum20 (1): 55-70. ISSN1131-6993. Consultado el 26 de abril de 2012.Leroi-Gourhan, André (1983). Los primeros artistas de Europa. Introducción al arte parietal paleolítico. Las huellas del hombre. Revisado por Eduardo Ripoll Perelló. Madrid: Ediciones Encuentro. ISBN84-7490-082-4.
Si bien la polémica involucró a importantes científicos del momento, esta no tuvo una repercusión tan grande como otros temas de esas fechas: creacionismo contra actualismo, «alta antigüedad del hombre», etc. (Moro Abadía y González Morales, 2004, p. 129) Moro Abadía, Óscar; González Morales, Manuel R. (2004). «1864-1902: El reconocimiento del arte paleolítico»(PDF). Zephyrvs (Publicaciones de la Universidad de Salamanca) (57): 119-135. ISSN0514-7336. Consultado el 2 de mayo de 2012.
Para comprender las causas de las reticencias de los expertos en la aceptación del arte parietal frente a la aceptación que tuvo casi de forma inmediata el arte mobiliar en sus primeros planteamientos en 1864 debe tenerse en cuenta que llevó 22 años desde el reconocimiento de la primera obra encontrada en la cueva de Altamira en 1880 cuando Sautuola publicó su Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, hasta que Cartailhac en 1902 reconoció haberse confundido y escribió su La cueva de Altamira. Mea culpa de un escéptico. En el artículo «1864-1902: el reconocimiento del arte paleolítico» (Moro Abadía y González Morales, 2004) se establecen algunas hipótesis tan interesantes como que el arte mobiliar, de objetos cotidianos, pudo ser aceptado porque se interpretaba como artesanía y eso permitió encajar con el evolucionismo imperante, que esperaba encontrar trabajos no evolucionados para tribus salvajes no evolucionadas, pero la pintura parietal, de grabados y pinturas sobre las paredes de las cuevas, y en especial con la calidad técnica y realismo de las de Altamira, no eran aceptables para una lógica científica[28] que confiaba más en ella misma que en las propias evidencias. Tal vez retrasó la aceptación que las pinturas fueran descubiertas en España y no en Francia (García Guinea, 1979, p. 51), o lo fueran por un amateur, o incluso que las primeras pinturas fueran las de mayor calidad hasta ahora encontradas (Moro Abadía y González Morales, 2004).[28] Moro Abadía, Óscar; González Morales, Manuel R. (2004). «1864-1902: El reconocimiento del arte paleolítico»(PDF). Zephyrvs (Publicaciones de la Universidad de Salamanca) (57): 119-135. ISSN0514-7336. Consultado el 2 de mayo de 2012.——— (1979). Altamira y otras cuevas de Cantabria. Madrid: Sílex Ediciones. ISBN84-85041-34-8. Consultado el 26 de abril de 2012. La versión online se encuentra limitada a una vista parcial y corresponde a la 5.ª reimpresión de 2004 (4.ª edición de 2000). Moro Abadía, Óscar; González Morales, Manuel R. (2004). «1864-1902: El reconocimiento del arte paleolítico»(PDF). Zephyrvs (Publicaciones de la Universidad de Salamanca) (57): 119-135. ISSN0514-7336. Consultado el 2 de mayo de 2012.
En las conclusiones provisionales de este trabajo,, El proyecto científico Los Tiempos de Altamira: primeros resultados, se ponen en entredicho casi todos los resultados anteriores que interpretaban el vestíbulo como parte habitada habitualmente, indicando la posibilidad que realmente el hombre de Altamira utilizara principalmente el abrigo ya desaparecido, y lo que denominamos vestíbulo fuera un lugar de depósito de restos de la actividad humana allí realizada y llegados por arrastre de las aguas (Lasheras et al., 2005/2006, pp. 153-156) ———; Montes, Ramón; Muñoz, Emilio; Rasines, Pedro; Heras, Carmen de las; Fatás, Pilar (2005/2006). «El proyecto científico Los Tiempos de Altamira: primeros resultados»(PDF). MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) (Sociedad de Ciencias Naturales ARANZADI) III (57): 143-159. ISSN1132-2217. Consultado el 18 de abril de 2012. Ubicación alternativa en la web de la editorialArchivado el 15 de noviembre de 2012 en Wayback Machine..
Para su nombre, a veces alterado en las fuentes, véase "Los fundadores", Fundación Botín, Santander. Nacida en 1871, falleció en 1946, tras entroncar en 1898 por matrimonio con los Botín, cf. A. de Ceballos-Escalera y Gila, "Notas para la historia de la plutocracia hispana: bosquejo genealógico de la familia Botín y noticia del marquesado de O’Shea", Cuadernos de Ayala 40, oct.-dic. 2009, pp. 9 ss., espec. 18Archivado el 24 de abril de 2016 en Wayback Machine. (con errata "1841" por "1871"). Era nieta por línea materna (Escalante y Prieto) del reciente alcalde de Santander Cornelio de Escalante y Aguirre.
«Luz sin humo»(PDF). Diario de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca (23): 11. primavera de 2007. Archivado desde el original el 8 de septiembre de 2011. Consultado el 1 de agosto de 2011.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)
«Las manos en negativo»(PDF). Diario de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca (16): 11. verano de 2005. Archivado desde el original el 14 de marzo de 2012. Consultado el 25 de julio de 2011.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)
Consejería de Educación, Cultura y Deporte. Gobierno de Cantabria. «Arte paleolítico en Europa. El significado». Cuevas Prehistóricas de Cantabria. Archivado desde el original el 2 de septiembre de 2011. Consultado el 22 de julio de 2011.
Según la época y los autores se pensó en distintas técnicas, por ejemplo, García Guinea apuesta por una especie de pintura al óleo: «El color utilizado y predominante es el ocre natural, posiblemente mezclado con grasa animal...» (García Guinea, 1975, p. 12), mientras que Múzquiz lo hace por el agua «...aplicados sobre la piedra o transformados en pigmento y mezclados con agua,...» (Múzquiz Pérez-Seoane y Saura, 1999, p. 89) e incluso llega a indicar los inconvenientes de usar una base grasa en una superficie húmeda como es el techo de una cueva (Múzquiz Pérez-Seoane, 1994, p. 363), al igual que Pietsch cuando dice «El procedimiento pictórico debe calificarse según esto como un tipo de fresco natural» por el proceso de intrusión natural de los materiales con el carbonato cálcico del techo o pared de la cueva (Pietsch, 1964, p. 24). Álvarez-Fernández corrobora el uso de ocre soplado (Álvarez-Fernández, 2009, pp. 178-179), y Leroi-Gourhan se decanta por el agua aunque menciona otras posibilidades como son la sangre y el tuétano (Leroi-Gourhan, 1983, p. 12). García Guinea, Miguel Ángel (1975). Altamira y el arte prehistórico de las cuevas de Santander. Madrid: Patronato de la Cuevas Prehistóricas de Santander. Dirección General del Patronato Artístico y Cultural. ISBN84-400-8797-7.———; Saura, Pedro (junio de 1999). «Los secretos de Altamira». Newton Siglo XXI2 (14): 84-92. «Un solo artista pintó esta obra maestra».La referencia utiliza el parámetro obsoleto |mes= (ayuda)Múzquiz Pérez-Seoane, Matilde (1994). «Análisis del proceso artístico del arte rupestre»(PDF). Complutum (5): 357-368. ISSN1131-6993. Consultado el 22 de abril de 2012.Pietsch, Erich (1964). Altamira y la prehistoria de la tecnología química. Madrid: Patronato de Investigación Científica y Técnica “Juan de la Cierva” - (C.S.I.C.). OCLC28779910. Depósito legal: M. 9.345.-1964.——— (2009). «Análisis arqueomalacológico de la cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria): Excavaciones de J. González Echegaray y L.G. Freeman»(PDF). Complutum20 (1): 55-70. ISSN1131-6993. Consultado el 26 de abril de 2012.Leroi-Gourhan, André (1983). Los primeros artistas de Europa. Introducción al arte parietal paleolítico. Las huellas del hombre. Revisado por Eduardo Ripoll Perelló. Madrid: Ediciones Encuentro. ISBN84-7490-082-4.
Pietsch, 1964, pp. 61-62. Pietsch, Erich (1964). Altamira y la prehistoria de la tecnología química. Madrid: Patronato de Investigación Científica y Técnica “Juan de la Cierva” - (C.S.I.C.). OCLC28779910. Depósito legal: M. 9.345.-1964.
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