Los ladrillos bipedales romanos (aprox. 60x60x7 cm) eran el doble de grandes que los comunes, (aunque también se utilizaban en paredes verticales), el hecho de tener su centro de gravedad más alejado del borde permitía tomar desplomes más pronunciados que los posibles con ladrillos comunes, lo cual los hacía especialmente aptos para construir cúpulas sin encofrados, permitiendo completar un sector de arco mayor de la cúpula trabajando solo con hiladas horizontales, mucho más simples, que las hiladas de orientación radial (las que implican trabajar con superficies cónicas). Tejas y ladrillos romanos.