Analysis of information sources in references of the Wikipedia article "Efectos sociales de la teoría de la evolución" in Spanish language version.
Antes de que Darwin argumentara y presentara las pruebas de la evolución, las religiones occidentales solían menospreciar o condenar cualquier alegato en el que la diversidad de la vida se considerase resultado de un proceso evolutivo, al igual que hacían la mayor parte de la comunidad científica inglesa. No obstante, algunos grupos religiosos aceptaban la evolución, como la Iglesia unitaria y los teólogos anglicanos liberales, así como numerosos científicos franceses y escoceses, e incluso alguno en Inglaterra, como Robert Edmund Grant. La interpretación literal o dogmática de las escrituras mantiene que un ser supremo creó directamente a los humanos y otros animales como «tipos de creaciones» separadas, algo equivalente a las especies. En Estados Unidos, desde la década de 1920, existe una violenta oposición a la enseñanza de la teoría de la evolución, sobre todo por parte de los evangélicos conservadores, que han expresado su preocupación sobre el efecto que el aprendizaje de la evolución podría tener en la sociedad y en su fe (ver Controversia entre creación y evolución).
En respuesta a la amplia aceptación científica de la teoría de la evolución, muchas religiones han sintetizado –oficial u oficiosamente– los puntos de vista científico y religioso. Varios científicos importantes del siglo XX, como Ronald Fisher y Theodosius Dobzhansky, cuyo trabajo confirmó la teoría de Darwin, eran también cristianos, y no vieron ninguna incompatibilidad entre sus creencias y la confirmación teorética y experimental de la evolución. Algunas religiones han adoptado la evolución teísta, según la cual, Dios inició el proceso de la evolución y la ha dirigido de una forma u otra.
Desde la publicación de la encíclica Humani generis del papa Pío XII en 1950, la Iglesia católica adoptó una posición neutral respecto a la evolución. «el Magisterio de la Iglesia no prohíbe el que —según el estado actual de las ciencias y la teología— en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes de entrambos campos, sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente».<ref>«Carta encíclica Humani generis – Sobre las falsas opiniones contra los fundamentos de la doctrina católica». La Santa Sede. 12 de agosto de 1950. Consultado el 29 de febrero de 2016.
Antes de que Darwin argumentara y presentara las pruebas de la evolución, las religiones occidentales solían menospreciar o condenar cualquier alegato en el que la diversidad de la vida se considerase resultado de un proceso evolutivo, al igual que hacían la mayor parte de la comunidad científica inglesa. No obstante, algunos grupos religiosos aceptaban la evolución, como la Iglesia unitaria y los teólogos anglicanos liberales, así como numerosos científicos franceses y escoceses, e incluso alguno en Inglaterra, como Robert Edmund Grant. La interpretación literal o dogmática de las escrituras mantiene que un ser supremo creó directamente a los humanos y otros animales como «tipos de creaciones» separadas, algo equivalente a las especies. En Estados Unidos, desde la década de 1920, existe una violenta oposición a la enseñanza de la teoría de la evolución, sobre todo por parte de los evangélicos conservadores, que han expresado su preocupación sobre el efecto que el aprendizaje de la evolución podría tener en la sociedad y en su fe (ver Controversia entre creación y evolución).
En respuesta a la amplia aceptación científica de la teoría de la evolución, muchas religiones han sintetizado –oficial u oficiosamente– los puntos de vista científico y religioso. Varios científicos importantes del siglo XX, como Ronald Fisher y Theodosius Dobzhansky, cuyo trabajo confirmó la teoría de Darwin, eran también cristianos, y no vieron ninguna incompatibilidad entre sus creencias y la confirmación teorética y experimental de la evolución. Algunas religiones han adoptado la evolución teísta, según la cual, Dios inició el proceso de la evolución y la ha dirigido de una forma u otra.
Desde la publicación de la encíclica Humani generis del papa Pío XII en 1950, la Iglesia católica adoptó una posición neutral respecto a la evolución. «el Magisterio de la Iglesia no prohíbe el que —según el estado actual de las ciencias y la teología— en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes de entrambos campos, sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente».<ref>«Carta encíclica Humani generis – Sobre las falsas opiniones contra los fundamentos de la doctrina católica». La Santa Sede. 12 de agosto de 1950. Consultado el 29 de febrero de 2016.