Ezequiel Ander-Egg (Spanish Wikipedia)

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argentinainvestiga.edu.ar

bcn.es

canal4.com.ni

el19digital.com

hijos-capital.org.ar

  • Según Ezequiel Ander Egg, en conferencia dictada en un encuentro nacional de Agricultores Federados Argentinos, en la localidad de Tanti (provincia de Córdoba), 30 de agosto de 2006.
    Conferencia publicada en el sitio Hijos-Capital.org.ar Archivado el 5 de octubre de 2007 en Wayback Machine.:
    Mi exilio es una tragedia, porque fui fusilado... Y cuando vino la democracia me tuve que autoexiliar porque la revista más popular de la Argentina, Humor, publicó un artículo que decía: «Ander Egg, una de las dos personas que sobrevivieron a un pelotón de fusilamiento de la Triple A». Y estos tipos eran unos criminales y yo un idiota que ni sabía pelear. La tragedia es que yo sé quién me mandó a fusilar, vivía aquí en Córdoba, un loco, el general Menéndez.
    Yo me vi metido entre dos fuegos, porque yo soy pacifista, progresista... y sabía que los jóvenes eran tremendamente generosos. Por eso ayer me puse a llorar cuando pasé por Carlos Paz, por el lago San Roque, porque sé de algunas personas que conocía que fueron tiradas ahí. Jóvenes generosos que se metieron en una estrategia suicida. [...]
    Ellos decían: «Nosotros somos la vanguardia esclarecida del peronismo». Pero, cómo vas a hacer una guerra sin aviación... y murieron 30 000 jóvenes. Y al mismo tiempo me acusaban de ser ideólogo de la guerrilla. Fue una cosa horrorosa, me quedé entre dos fuegos. [...]
    El problema fue que quedé herido, estuve 31 días tirado sin auxilio, tendría que haber muerto, una campesina me llevaba un poco de comida, yo no quería que supiese mi nombre y lo único que quería era vivir embarrado para que no avanzara la gangrena. No sabía lo que tenía roto y fue trágico cuando pude salir. [...]
    En Venezuela me dijeron que era muy grave, que nunca más en la vida iba a caminar. Pero la tragedia es mucho más grande, porque yo sabía que me querían matar, pero cómo iba a abandonar a los jóvenes que estaban en una locura. Mi fidelidad a los jóvenes, fue una fidelidad hasta la muerte. Entonces saqué todo el dinero para sacar a mi familia al exilio. Pero ese día, cuando escaparon, no me encontraron, entonces encañonaron a mi familia y se llevaron todo el dinero. La que era mi esposa los denunció y a los tres días dinamitaron la casa, con ella y un hijo mío. Fue una tragedia tras otra. Al día siguiente de mi fusilamiento quisieron secuestrar a un hijo mío para canjearme conmigo, pero él cambió el itinerario y se salvó. Nunca más volvió a la Argentina. [...]
    Yo sé por qué he comprometido mi vida al servicio de los pobres, los marginados, de los desgraciados, por qué todavía ahora, con 76 años sigo luchando para cambiar un poquito el mundo, lo sé, pero entonces no lo sabía. Tampoco sabía por qué mis hijos tenían que sufrir. Porque en el momento que viene el pelotón de los nueve tipos, con ametralladoras y todo, estaban tres hijos, uno de 14, otro de 11, otro pequeño. El de 14 pudo darse cuenta (él nunca más volvió a la Argentina), el más pequeño no se dio cuenta de nada, pero yo tenía un hijo en una edad trágica (que después esa experiencia me ha servido para ayudar a miles de niños en la guerra que hubo en Sarajevo, que hay ahora en África... Es una edad trágica, porque el terror metido en un niño aflora y ¿sabés lo que significa para mí que mi hijo, ese hijo, que presenció eso, se volvió loco por el terror? ¿Sabés lo que es mirar los ojos grandes y hermosos que él tenía y ver que estaba perdido, por mi causa? ¿Sabés lo que significa que mi madre, una campesina pobrísima, explotada en la cosecha de maíz en la provincia de Santa Fe a comienzos del siglo XX, se volviera paralítica por los fusilamientos, por esos atentados para matarme? Ella quería que yo abandonara la lucha, pero entonces yo le dije: «Mientras haya en el mundo un sola mujer campesina explotada yo no dejaré la lucha». Para mí, todo esto es una carga psicológica y de sufrimiento que será para siempre.
    Ezequiel Ander Egg

losandes.com.ar

web.archive.org

  • Según Ezequiel Ander Egg, en conferencia dictada en un encuentro nacional de Agricultores Federados Argentinos, en la localidad de Tanti (provincia de Córdoba), 30 de agosto de 2006.
    Conferencia publicada en el sitio Hijos-Capital.org.ar Archivado el 5 de octubre de 2007 en Wayback Machine.:
    Mi exilio es una tragedia, porque fui fusilado... Y cuando vino la democracia me tuve que autoexiliar porque la revista más popular de la Argentina, Humor, publicó un artículo que decía: «Ander Egg, una de las dos personas que sobrevivieron a un pelotón de fusilamiento de la Triple A». Y estos tipos eran unos criminales y yo un idiota que ni sabía pelear. La tragedia es que yo sé quién me mandó a fusilar, vivía aquí en Córdoba, un loco, el general Menéndez.
    Yo me vi metido entre dos fuegos, porque yo soy pacifista, progresista... y sabía que los jóvenes eran tremendamente generosos. Por eso ayer me puse a llorar cuando pasé por Carlos Paz, por el lago San Roque, porque sé de algunas personas que conocía que fueron tiradas ahí. Jóvenes generosos que se metieron en una estrategia suicida. [...]
    Ellos decían: «Nosotros somos la vanguardia esclarecida del peronismo». Pero, cómo vas a hacer una guerra sin aviación... y murieron 30 000 jóvenes. Y al mismo tiempo me acusaban de ser ideólogo de la guerrilla. Fue una cosa horrorosa, me quedé entre dos fuegos. [...]
    El problema fue que quedé herido, estuve 31 días tirado sin auxilio, tendría que haber muerto, una campesina me llevaba un poco de comida, yo no quería que supiese mi nombre y lo único que quería era vivir embarrado para que no avanzara la gangrena. No sabía lo que tenía roto y fue trágico cuando pude salir. [...]
    En Venezuela me dijeron que era muy grave, que nunca más en la vida iba a caminar. Pero la tragedia es mucho más grande, porque yo sabía que me querían matar, pero cómo iba a abandonar a los jóvenes que estaban en una locura. Mi fidelidad a los jóvenes, fue una fidelidad hasta la muerte. Entonces saqué todo el dinero para sacar a mi familia al exilio. Pero ese día, cuando escaparon, no me encontraron, entonces encañonaron a mi familia y se llevaron todo el dinero. La que era mi esposa los denunció y a los tres días dinamitaron la casa, con ella y un hijo mío. Fue una tragedia tras otra. Al día siguiente de mi fusilamiento quisieron secuestrar a un hijo mío para canjearme conmigo, pero él cambió el itinerario y se salvó. Nunca más volvió a la Argentina. [...]
    Yo sé por qué he comprometido mi vida al servicio de los pobres, los marginados, de los desgraciados, por qué todavía ahora, con 76 años sigo luchando para cambiar un poquito el mundo, lo sé, pero entonces no lo sabía. Tampoco sabía por qué mis hijos tenían que sufrir. Porque en el momento que viene el pelotón de los nueve tipos, con ametralladoras y todo, estaban tres hijos, uno de 14, otro de 11, otro pequeño. El de 14 pudo darse cuenta (él nunca más volvió a la Argentina), el más pequeño no se dio cuenta de nada, pero yo tenía un hijo en una edad trágica (que después esa experiencia me ha servido para ayudar a miles de niños en la guerra que hubo en Sarajevo, que hay ahora en África... Es una edad trágica, porque el terror metido en un niño aflora y ¿sabés lo que significa para mí que mi hijo, ese hijo, que presenció eso, se volvió loco por el terror? ¿Sabés lo que es mirar los ojos grandes y hermosos que él tenía y ver que estaba perdido, por mi causa? ¿Sabés lo que significa que mi madre, una campesina pobrísima, explotada en la cosecha de maíz en la provincia de Santa Fe a comienzos del siglo XX, se volviera paralítica por los fusilamientos, por esos atentados para matarme? Ella quería que yo abandonara la lucha, pero entonces yo le dije: «Mientras haya en el mundo un sola mujer campesina explotada yo no dejaré la lucha». Para mí, todo esto es una carga psicológica y de sufrimiento que será para siempre.
    Ezequiel Ander Egg