En esta época, a pesar del volumen de sus riquezas la abundante nobleza española, radicada en su mayoría en Madrid, vivía al margen del país, vuelta de espaldas a las letras, al trabajo, al estudio, al sacerdocio, a la política, a la carrera de armas, «al movimiento de las ideas que agita y conmueve al mundo»; y pasaba su existencia cotidiana «divirtiéndose, descansando, holgando y quejándose de lo que no tiene remedio, sin intentar hallarlo a lo que puede tenerlo todavía». Ver Fernández de Bethencourt, Francisco: «Las letras y los Grandes». Madrid, Librería Tormos (Oliva) 1914; página 45 y s.s.[3]
En sus viajes al extranjero Lázaro mantenía su correspondencia en tarjetas postales publicitarias editadas por su empresa como colección «Cien Obras Artísticas del Director de la España Moderna, Sr. Lázaro», de las que iba provisto.[1]Archivado el 10 de noviembre de 2013 en Wayback Machine.
Freire, Ana María: «Emilia Pardo Bazán: amores con Lázaro Galdiano: Insolación» [6].
José Lázaro le regalaba cada año dos abanicos a su esposa coincidiendo con su cumpleaños (el 15 de enero) y su santo (el 29 de junio). Los exquisitos abanicos de Paula Florido se exponen por primera vez [4].
Unamuno, Miguel de: «Un forjador de cultura», De patriotismo espiritual (artículos en La Nación de Buenos Aires (1901-1914). Ed. Univ. de Salamanca, 1997, pág. 167, disponible en: [10].
Eva Perón recordaría: «Me animé a preguntarle cuáles eran los trámites que se hacían para lograrlo [un título nobiliario pontificio]. Me contestó que todo el bien que se había hecho en la vida era como un antecedente. Que después, si uno quería que le asignaran un título, debía entregar una fuerte suma de dinero para caridad. Yo le pregunté qué suma hacía falta. Me dijo que dependía: para el título de marquesa pontificia, el donativo no puede ser menor de ciento cincuenta mil pesos. Para la Rosa de Oro, se calcula que no debe ser menor a los cien mil. Pero si es un rosario, el donativo es mínimo. El rosario lo da el papa a cualquier visita». Nobles sin corte. La Nación de 4 de noviembre de 2001 [2]Archivado el 13 de enero de 2014 en Wayback Machine..
lavanguardia.com
hemeroteca.lavanguardia.com
La Vanguardia de 27 de noviembre de 1932, págs. 6-7.
La evasión de capitales. La Vanguardia de 17 de diciembre de 1932 [17].
Ver biografía lado argentino de Paula Florido: Cf. Peppino Barale, Ana M.ª: «Paula Florido y Toledo. Identidad relegada». Revista Fuentes Humanísticas. Azcapotzalco. Mex. n.º 42, 2011, págs: 7-30 [8]Archivado el 10 de noviembre de 2013 en Wayback Machine.
web.archive.org
En sus viajes al extranjero Lázaro mantenía su correspondencia en tarjetas postales publicitarias editadas por su empresa como colección «Cien Obras Artísticas del Director de la España Moderna, Sr. Lázaro», de las que iba provisto.[1]Archivado el 10 de noviembre de 2013 en Wayback Machine.
Eva Perón recordaría: «Me animé a preguntarle cuáles eran los trámites que se hacían para lograrlo [un título nobiliario pontificio]. Me contestó que todo el bien que se había hecho en la vida era como un antecedente. Que después, si uno quería que le asignaran un título, debía entregar una fuerte suma de dinero para caridad. Yo le pregunté qué suma hacía falta. Me dijo que dependía: para el título de marquesa pontificia, el donativo no puede ser menor de ciento cincuenta mil pesos. Para la Rosa de Oro, se calcula que no debe ser menor a los cien mil. Pero si es un rosario, el donativo es mínimo. El rosario lo da el papa a cualquier visita». Nobles sin corte. La Nación de 4 de noviembre de 2001 [2]Archivado el 13 de enero de 2014 en Wayback Machine..
Ver biografía lado argentino de Paula Florido: Cf. Peppino Barale, Ana M.ª: «Paula Florido y Toledo. Identidad relegada». Revista Fuentes Humanísticas. Azcapotzalco. Mex. n.º 42, 2011, págs: 7-30 [8]Archivado el 10 de noviembre de 2013 en Wayback Machine.
xunta.es
emigracion.xunta.es
Manuel Vázquez Barros era un periodista padronés emigrado posteriormente a la República Argentina, y que fue conocido tanto por su actividad periodística como por sus obras literarias, una de las cuales, Ocios de un peregrino, fue editada en Buenos Aires en 1875. Según el historiador J. A. Durán, es «una bella selección de paisajes, digna de leer». Fue además director de la "Revista Galaica" de Buenos Aires, «órgano oficial del primero de los Centros Gallegos de América». [9].