. «Joaquina Candado». Fundación Goya en Aragón. Consultado el 4 de julio de 2015.
google.es
books.google.es
No se ha llegado a esclarecer la relación de Goya con Leocadia, ni la posible paternidad del pintor sobre Rosarito. José Manuel Cruz Valdovinos, en «La partición de bienes entre Francisco y Javier Goya a la muerte de Josefa Bayeu y otras cuestiones», Goya Nuevas Visiones. Homenaje a Enrique Lafuente Ferrari, Madrid, 1987, págs. 133-153, señala que no hay prueba alguna de que esas relaciones fueran amorosas, y que su encariñamiento por Rosarito es comprensible por su condición de ahijada. Isidoro Weiss reconoció la paternidad de Rosario el 2 de octubre de 1814 y si no fue su padre biológico parece lógico que, tras la ruptura con su esposa, no habría accedido a darle su apellido (apud Bozal, 2005, vol. 2, págs. 156-160). A pesar de estas opiniones contrarias, según documenta Camón Aznar (Francisco de Goya, Zaragoza, Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja, 1980, pág. 226), tras la partición de la herencia, el hijo de Goya, Javier, cedió a Leocadia y a su hija, que quedaban en estado precario, los muebles de la casa, la ropa, y dinero en efectivo, lo que sugiere una relación más estrecha de su padre con Leocadia. Esto se confirmaría por varias vías pero sobre todo por el documento de viaje por Bayona de Leocadia y sus dos hijos, Guillermo y Rosario, que alegaba ir a Burdeos para reunirse «con su marido», o por el acta levantada por el cónsul de España tras la muerte de Goya, donde manifiesta que «vivían juntos». (Léase a Manuel Núñez de Arenas en el Bulletin Hispanique 52, 1950, págs. 229-273, espec. 257.
No se ha llegado a esclarecer la relación de Goya con Leocadia, ni la posible paternidad del pintor sobre Rosarito. José Manuel Cruz Valdovinos, en «La partición de bienes entre Francisco y Javier Goya a la muerte de Josefa Bayeu y otras cuestiones», Goya Nuevas Visiones. Homenaje a Enrique Lafuente Ferrari, Madrid, 1987, págs. 133-153, señala que no hay prueba alguna de que esas relaciones fueran amorosas, y que su encariñamiento por Rosarito es comprensible por su condición de ahijada. Isidoro Weiss reconoció la paternidad de Rosario el 2 de octubre de 1814 y si no fue su padre biológico parece lógico que, tras la ruptura con su esposa, no habría accedido a darle su apellido (apud Bozal, 2005, vol. 2, págs. 156-160). A pesar de estas opiniones contrarias, según documenta Camón Aznar (Francisco de Goya, Zaragoza, Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja, 1980, pág. 226), tras la partición de la herencia, el hijo de Goya, Javier, cedió a Leocadia y a su hija, que quedaban en estado precario, los muebles de la casa, la ropa, y dinero en efectivo, lo que sugiere una relación más estrecha de su padre con Leocadia. Esto se confirmaría por varias vías pero sobre todo por el documento de viaje por Bayona de Leocadia y sus dos hijos, Guillermo y Rosario, que alegaba ir a Burdeos para reunirse «con su marido», o por el acta levantada por el cónsul de España tras la muerte de Goya, donde manifiesta que «vivían juntos». (Léase a Manuel Núñez de Arenas en el Bulletin Hispanique 52, 1950, págs. 229-273, espec. 257.