Swedish American Genealogist, Volume 3 Number 3, Article 4, (09/01/1983), Additional Notes on Arvid Posse, By Nils William Olsson.
google.pt
books.google.pt
En sus inicios, la familia Buonaparte establecida en Ajaccio, no estaba especialmente sobrada de medios económicos. El cabeza de familia, Carlo Buonaparte, ejercía de abogado, dándole a su numerosa familia un bienestar económico y social que si bien le permitía vivir con cierta comodidad en su entorno, distaba mucho de poder sufragar los prohibitivos costes que suponían las distintas academias privadas francesas, dependiendo para ello de las becas que pudiesen conseguir. Por otra parte, Luciano tenía un tío carnal arcediano, el abate Joseph Fesch, que acabó de inclinar la balanza de la familia para adoptar la opción eclesiástica, al menos de forma momentánea, antes que truncar definitivamente toda posibilidad de su acceso al mundo de la formación. Sus hermanos mayores, José y Napoleón, accedieron a sus respectivas academias igualmente mediante becas. Luciano y su mundo, Ana Aguilar Villanova-Rattazzi, Editorial Tleo (tleo@editorialtleo.com), Granada 2011, ISBN: 978-84-15099-18-5. El mencionado abate Fesch, tio de Luciano, más tarde llegaría a ser arzobispo de Lyón y con 40 años el papa Pio VII lo nombró cardenal del báculo de Santa María de la Victoria, cargo que ocupó entre 1803 y 1839. El Cura de Ars: Patrono de todos los sacerdotes del mundo, Francis Trochu, Edita Palabra 2013, ISBN: 8498406838.
Maria Lorenza Carlota Luisa Alejandrina Jacob de Bleschamp nació en 1778 y pertenecía a la nobleza francesa. En 1799 se había casado con el banquero Hipólito Jouberthon de quien enviudó en 1802. Acompañó a su segundo marido en su periplo de destierro hasta su instalación definitiva en Roma. Murió en 1855 en Canino, en los Estados Pontificios, siendo enterrada junto a su esposo Luciano. La princesa de Somls, condesa Rattazzi y marquesa de Rute, Marie Laetitia Bonaparte-Wyse: Genealogía de la princesa rebelde, Francisco Miguel Aránega Castilla y José Antonio Serrano García, Pag 129.