«La Guerra contra el Imperio del Brasil (1825-1828)». «Durante la contienda, la escuadra argentina consiguió mantener las líneas de comunicación y abastecimiento con el ejército en operaciones, en ocasiones neutralizó el bloqueo naval y se enfrentó a la escuadra del Imperio del Brasil durante toda la guerra.
Ante la Escuadra Imperial, la argentina no sólo era muy inferior en medios, sino también en maniobras conjuntas, dado que había sido recientemente formada.
La Escuadra Imperial dominaba casi la totalidad de la costa septentrional del Río de la Plata, siendo sus principales asentamientos Montevideo y Colonia. El primero era apostadero para fondeadero y sostén logístico del núcleo más importante de la flota brasileña, mientras que el segundo servía de apoyo a la flotilla brasileña que operaba en el río Uruguay, y a los corsarios que jaqueaban el comercio fluvial.
En este contexto, el esquema estratégico naval fue relativamente sencillo, y aspiró a impedir que el bloqueo del puerto de Buenos Aires se consolidara, hostigando los movimientos de la escuadra brasileña con persistentes acciones ofensivas que desgastaran al adversario.»
Antonio Galarza (2013). «“Un nuevo puerto para Buenos Aires”. La boca del río Salado como alternativa a los bloqueos portuarios en el Río de la Plata (1830-1850)». «En el contexto de la guerra contra Brasil, el llamado puerto del Salado se constituyó en un escenario comercial alternativo a la capital, en especial para la llegada de mercaderías de ultramar. Tanto fue así que el gobierno de la época habilitó la descarga mercante en la bahía Samborombón, debido a que, gracias a la presencia de naves imperiales en las aguas del Río de la Plata, resultaba casi imposible hacerlo en el puerto de Buenos Aires. Pero una vez finalizado el conflicto bélico, se dispuso, mediante decreto de octubre de 1828».
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Benito, Díaz. «“Guerra con el Brasil: Fortificaciones de la boca del Salado”». pp. 3 a 7. «Debido a sus pocas unidades, que se fueron reduciendo en el transcurso de la guerra, Brown no pudo extender su radio de acción a lo largo de la Costa Sud, sobre la cual precisamente los imperiales fueron incrementando su vigilancia, hasta el punto de ser casi imposible a los buques mercantes y corsarios llegar a la capital. Por lo tanto el Puerto dei Salado fué la meta obligada a pesar de que estuvo también estrechamente vigilada por unidades volantes de la escuadra enemiga. Para burlar su persecución debían navegar recostados a la costa, expuestos a varar y quedar así a merced del enemigo».