P. Jorge Loring, S.I. «Cómo ayudar a los muertos». catholic.net. «Pero yo digo: esto de heroico nada. Porque si dice Cristo: «Los misericordiosos alcanzarán misericordia», y si por hacer yo este acto de misericordia, después voy a tener la misericordia de Dios para conmigo, ¿qué más quiero? Soy yo el que salgo ganando, haciendo un acto de misericordia.»
La doctrina del purgatorio sobradamente demuestra que las penas que hay que pagar o las reliquias del pecado que hay que purificar pueden permanecer, y de hecho frecuentemente permanecen, después de la remisión de la culpa; pues en el purgatorio se purifican, después de la muerte, las almas de los difuntos que "hayan muerto verdaderamente arrepentidos en la caridad de Dios; sin haber satisfecho con dignos frutos de penitencia por las faltas cometidas o por las faltas de omisión". Las mismas preces litúrgicas, empleadas desde tiempos remotos por la comunidad cristiana reunida en la sagrada misa, lo indican suficientemente diciendo: "Pues estamos afligidos por nuestros pecados: líbranos con amor, para gloria de tu nombre". (Pablo VI, Constitución Apostólica Indulgentiarum doctrina, n. 3, de fecha 1-1-1967)
Question 201 of Luther's Small Catechism with Explanation (Concordia Publishing House, 1991 edition) answers the question "For whom should we pray?" as follows: "We should pray for ourselves and for all other people, even for our enemies, but not for the souls of the dead" The Lutheran Church Missouri Synod