Diosa o reina, por la altiva majestad de su porte y de su faz, por los mantos austeros, y las pesadas joyas, o por la audacia de un franco realismo, dama noble y sencilla retratada al natural, en el esplendor de sus atavíos (Clemente Pereda La Dama de Elche, Hispanic Institute in the United States, 1931, pg. 15.