Revolución científica (Spanish Wikipedia)

Analysis of information sources in references of the Wikipedia article "Revolución científica" in Spanish language version.

refsWebsite
Global rank Spanish rank
6th place
5th place
3rd place
7th place
1st place
1st place
2nd place
2nd place
26th place
56th place
5th place
10th place
5,088th place
361st place
3,503rd place
1,624th place
70th place
166th place
8th place
18th place
27th place
81st place
117th place
130th place
565th place
617th place
3,160th place
3,680th place
low place
low place
18th place
34th place
low place
low place
163rd place
144th place
low place
6,755th place
low place
low place
2,415th place
3,185th place
1,993rd place
909th place
low place
low place
4th place
4th place
3,087th place
2,608th place
57th place
3rd place
low place
4,301st place
low place
low place
1,537th place
1,029th place
3,843rd place
2,415th place
low place
low place
low place
low place
low place
low place
low place
low place
low place
952nd place

archive.org

bbc.co.uk

books.google.com

conductitlan.net

doi.org

dx.doi.org

franciscohuertas.com.ar

google.com

google.es

books.google.es

  • Comellas, op. cit., pg. 120. Es significativa la comparación de Leibniz con Descartes que se realiza por M. Bordas-Demoulin y F. Boullier en Du cartesianisme et de l'eclecticisme, en Revue des deux mondes, 1843, pg. 938-939: "La historia de las ideas, como todas las otras historias, ofrece accidentes cómicos. Leibniz, que había querido, en interés de la religión, castigar el sistema de Descartes por el procedimiento de señalar sus errores, llega de consecuencia en consecuencia a su famosa conclusión del optimismo, es decir que priva a Dios de toda libertad, porque declara que Dios no ha podido hacer otra cosa que lo que ha hecho, y que todo fue hecho para lo mejor. Dios, en virtud misma de su derecho divino, se vio obligado a formar el mejor universo posible. Y, sin embargo, con su optimismo, ¡Leibniz se cree cristiano! Si Leibniz consiguió, hacia el final del siglo XVII, contrarrestar la influencia de Descartes, no lo hizo tanto gracias a sus ideas dogmáticas sino por su vasta e inteligente erudición en la historia de la filosofía. Descartes, Malebranche y Locke, cada uno por diferentes motivos y en diferentes grados, habían inspirado a sus contemporáneos un cierto desprecio de la sabiduría antigua. Leibniz la honraba, su gran espíritu no aceptaba representar el papel ya visto de la revuelta contra Aristóteles. Monsieur Bordas-Demoulin pretende que Leibniz no se ocupa de lógica más que para oponer Aristóteles a Descartes y adornarse con el título de sabio universal. En estas palabras hay una gran ligereza. ¿Cómo Monsieur Demoulin, quien ha leído mucho a Leibniz, no se acuerda del primer capítulo de los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, publicados en 1765 y redactados en 1704, son una refutación capítulo por capítulo del Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke, 1689; en forma de diálogo entre un empirista, Philalète, que representa la opinión de Locke, y un racionalista, Théophile, que representa la opinión de Leibniz -gallica.bnf.fr-, donde uno de los interlocutores, Théophile, dice así: «¿Hace falta que te dé la noticia de que ya no soy cartesiano [ Cartesio es la latinización de Descartes ], y que sin embargo estoy más distante que nunca de tu Gassendi [ Pierre Gassendi (1592-1655), sacerdote y astrónomo, que pretendía conciliar a Epicuro con el cristianismo limitando los átomos a un número finito y atribuyendo su creación e impulso a Dios ] a quien de todas formas también reconozco el saber y el mérito? Me ha impresionado un nuevo sistema del que he leído alguna cosa en las revistas científicas [journaux des savans] de París, de Leipzig y de Holanda, y en el maravilloso diccionario de Monsieur Bayle, artículo Rorarius [ latinización de Girolamo Rorario -D. Des Chene, 2005, 'Animal' as category: Bayle's "Rorarius"Archivado el 28 de marzo de 2014 en Wayback Machine.- ]. Desde entonces, me parece ver una nueva cara del interior de las cosas. Este sistema parece combinar Platón con Demócrito, Aristóteles con Descartes, los escolásticos con los modernos, la teología y la moral con la razón. Parece que toma lo mejor de todos lados, y después de eso va más lejos de lo que nunca hemos estado.» He ahí la clave de la filosofía leibniziana. Esta filosofía, en el pensamiento de su autor, era la conclusión pacífica del movimiento insurreccional de Descartes; era también la resurrección necesaria de los resultados de la sabiduría antigua, que había sido abandonada en un olvido injurioso; era, en fin, una audaz pretensión de los mejores resultados. Es el destino de todos los innovadores el ser seguidos a medias, y a medias contradichos, por los eclécticos. Tras Aristóteles y Platón ¡qué nube de conciliadores! Leibniz, que por sí solo vale un ejército de filósofos, emprendió el cierre de la revolución cartesiana mediante una transacción que él consideraba satisfacía las pretensiones legítimas de todos los grandes sistemas tanto como todas las exigencias de la razón y de la fe. La transacción fue desgarrada por Kant, que ha representado en el último siglo un papel revolucionario análogo al de Descartes, y que nosotros hemos visto en nuestros días representar por Hegel, retomando por otras vías la obra de Leibniz, desarrollar un sistema con el que ambicionaba abrazar y conciliar todo. En cuanto a Schelling, es probable que termine como Malebranche, sin querer discutir, y en el seno de la fe."
  • VV. AA. iioU4b6AYOAywOs04KACg&ved=0CCQQ6AEwAQ#v=onepage&q=algebristas y calculistas&f=false El legado de las matemáticas, pg. 93.
  • "Dorinda Outram ha señalado cómo a principios del XIX la oposición entre un espacio interior -receptor del flujo de la información- y otro exterior -un espacio abierto y emisor de información- genera un discurso sobre la distancia respecto al objeto necesaria para rentabilizar toda la información recibida. Según se sea un expedicionario o un científico de gabineta se estará en condiciones de realizar un trabajo más o menos global" (Nuria Valverde, Actos de precisión: instrumentos científicos, opinión pública y economía, CSIC, 2007; cita como fuente a Outram, New spaces in natural history).

harvard.edu

adsabs.harvard.edu

historiadelamatemtica-ezequiel.blogspot.com.es

imss.fi.it

moro.imss.fi.it

issn.org

portal.issn.org

jstor.org

kuhf.org

  • Lienhard, John (2005). «Gases and Force». Rain Steam & Speed (en inglés). KUHF FM Radio. Archivado desde el original el 20 de septiembre de 2015. Consultado el 18 de diciembre de 2016. 

loc.gov

lccn.loc.gov

  • Sorabji, R. (2005). The Philosophy of the Commentators, 200-600 AD: Physics. G – Reference, Information and Interdisciplinary Subjects Series. Cornell University Press. p. 348. ISBN 978-0-8014-8988-4. LCCN 2004063547. «Un ímpetu es una fuerza interior impresa en un cuerpo en movimiento desde el exterior. Por lo tanto, contrasta con fuerzas puramente externas como la acción del aire sobre proyectiles en Aristóteles, y con fuerzas puramente internas como la naturaleza de los elementos en Aristóteles y sus seguidores ... Las teorías del impulso también contrastan con las teorías de la inercia que las reemplazaron en los siglos XVII y XVIII ... Tales ideas inerciales son meramente esporádicas en la Antigüedad y no se las atiende conscientemente como una opción separada. Aristóteles, por ejemplo, argumenta en "Phys." 4.8 que en el vacío un cuerpo en movimiento nunca se detendría, pero no se discuten las posibles implicaciones para la inercia..» 
  • Sorabji, R. (2005). The Philosophy of the Commentators, 200-600 AD: Physics. G – Reference, Information and Interdisciplinary Subjects Series (en inglés). Cornell University Press. p. 348. ISBN 9780801489884. LCCN 2004063547. 

msn.com

encarta.msn.com

muyinteresante.es

mymathdone.com

nih.gov

archive.nlm.nih.gov

nndb.com

otago.ac.nz

blogs.otago.ac.nz

poly.edu

ls.poly.edu

rice.edu

galileo.rice.edu

royalsociety.org

royalsocietypublishing.org

rstl.royalsocietypublishing.org

rubicon-foundation.org

archive.rubicon-foundation.org

st-and.ac.uk

www-groups.dcs.st-and.ac.uk

stsci.edu

amazing-space.stsci.edu

telescope-optics.net

uiuc.edu

scs.uiuc.edu

web.archive.org

  • "Scientific Revolution" Archivado el 28 de octubre de 2009 en Wayback Machine. en Encarta. 2007 (en inglés).
  • Comellas, op. cit., pg. 120. Es significativa la comparación de Leibniz con Descartes que se realiza por M. Bordas-Demoulin y F. Boullier en Du cartesianisme et de l'eclecticisme, en Revue des deux mondes, 1843, pg. 938-939: "La historia de las ideas, como todas las otras historias, ofrece accidentes cómicos. Leibniz, que había querido, en interés de la religión, castigar el sistema de Descartes por el procedimiento de señalar sus errores, llega de consecuencia en consecuencia a su famosa conclusión del optimismo, es decir que priva a Dios de toda libertad, porque declara que Dios no ha podido hacer otra cosa que lo que ha hecho, y que todo fue hecho para lo mejor. Dios, en virtud misma de su derecho divino, se vio obligado a formar el mejor universo posible. Y, sin embargo, con su optimismo, ¡Leibniz se cree cristiano! Si Leibniz consiguió, hacia el final del siglo XVII, contrarrestar la influencia de Descartes, no lo hizo tanto gracias a sus ideas dogmáticas sino por su vasta e inteligente erudición en la historia de la filosofía. Descartes, Malebranche y Locke, cada uno por diferentes motivos y en diferentes grados, habían inspirado a sus contemporáneos un cierto desprecio de la sabiduría antigua. Leibniz la honraba, su gran espíritu no aceptaba representar el papel ya visto de la revuelta contra Aristóteles. Monsieur Bordas-Demoulin pretende que Leibniz no se ocupa de lógica más que para oponer Aristóteles a Descartes y adornarse con el título de sabio universal. En estas palabras hay una gran ligereza. ¿Cómo Monsieur Demoulin, quien ha leído mucho a Leibniz, no se acuerda del primer capítulo de los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, publicados en 1765 y redactados en 1704, son una refutación capítulo por capítulo del Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke, 1689; en forma de diálogo entre un empirista, Philalète, que representa la opinión de Locke, y un racionalista, Théophile, que representa la opinión de Leibniz -gallica.bnf.fr-, donde uno de los interlocutores, Théophile, dice así: «¿Hace falta que te dé la noticia de que ya no soy cartesiano [ Cartesio es la latinización de Descartes ], y que sin embargo estoy más distante que nunca de tu Gassendi [ Pierre Gassendi (1592-1655), sacerdote y astrónomo, que pretendía conciliar a Epicuro con el cristianismo limitando los átomos a un número finito y atribuyendo su creación e impulso a Dios ] a quien de todas formas también reconozco el saber y el mérito? Me ha impresionado un nuevo sistema del que he leído alguna cosa en las revistas científicas [journaux des savans] de París, de Leipzig y de Holanda, y en el maravilloso diccionario de Monsieur Bayle, artículo Rorarius [ latinización de Girolamo Rorario -D. Des Chene, 2005, 'Animal' as category: Bayle's "Rorarius"Archivado el 28 de marzo de 2014 en Wayback Machine.- ]. Desde entonces, me parece ver una nueva cara del interior de las cosas. Este sistema parece combinar Platón con Demócrito, Aristóteles con Descartes, los escolásticos con los modernos, la teología y la moral con la razón. Parece que toma lo mejor de todos lados, y después de eso va más lejos de lo que nunca hemos estado.» He ahí la clave de la filosofía leibniziana. Esta filosofía, en el pensamiento de su autor, era la conclusión pacífica del movimiento insurreccional de Descartes; era también la resurrección necesaria de los resultados de la sabiduría antigua, que había sido abandonada en un olvido injurioso; era, en fin, una audaz pretensión de los mejores resultados. Es el destino de todos los innovadores el ser seguidos a medias, y a medias contradichos, por los eclécticos. Tras Aristóteles y Platón ¡qué nube de conciliadores! Leibniz, que por sí solo vale un ejército de filósofos, emprendió el cierre de la revolución cartesiana mediante una transacción que él consideraba satisfacía las pretensiones legítimas de todos los grandes sistemas tanto como todas las exigencias de la razón y de la fe. La transacción fue desgarrada por Kant, que ha representado en el último siglo un papel revolucionario análogo al de Descartes, y que nosotros hemos visto en nuestros días representar por Hegel, retomando por otras vías la obra de Leibniz, desarrollar un sistema con el que ambicionaba abrazar y conciliar todo. En cuanto a Schelling, es probable que termine como Malebranche, sin querer discutir, y en el seno de la fe."
  • McGuire, J. E.; Rattansi, P. M. (1966). «Newton and the 'Pipes of Pan'». Notes and Records of the Royal Society (en inglés) 21 (2): 108. doi:10.1098/rsnr.1966.0014. Archivado desde el original el 4 de marzo de 2016. 
  • Chalmers, Alan F. (1976). «Capítulo 1. El inductivismo: la ciencia como conocimiento derivado de los hechos de la experiencia». ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? (5 edición). Siglo Veintiuno. p. 26. Archivado desde el original el 9 de febrero de 2014. Consultado el 6 de abril ed 2013. 
  • Kuhn, Thomas (1970), La estructura de las revoluciones científicas Archivado el 30 de noviembre de 2016 en Wayback Machine.. University of Chicago Press. ISBN 0226458075. pp. 105–06.
  • Chartres, Richard and Vermont, David (1998) A Brief History of Gresham College. Gresham College. ISBN 094782216X. p. 38
  • Sobre el significado y los orígenes de esta expresión, véase Kirsten Walsh, ¿Newton finge una hipótesis? Archivado el 14 de julio de 2014 en Wayback Machine., Filosofía Experimental Moderna Primitiva, 18 de Octubre de 2010. (en inglés)
  • Page through a virtual copy of Vesalius's ''De Humanis Corporis Fabrica'' Archivado el 18 de agosto de 2010 en Wayback Machine.. Archive.nlm.nih.gov. Consultado el 26 de setiembre de 2011.
  • Robert Boyle. understandingscience.ucc.ie
  • Acott, Chris (1999). «The diving "Law-ers": A brief resume of their lives.». South Pacific Underwater Medicine Society journal (en inglés) 29 (1). ISSN 0813-1988. OCLC 16986801. Archivado desde el original el 2 de abril de 2011. Consultado el 17 de abril de 2009. 
  • Lienhard, John (2005). «Gases and Force». Rain Steam & Speed (en inglés). KUHF FM Radio. Archivado desde el original el 20 de septiembre de 2015. Consultado el 18 de diciembre de 2016. 

wikipedia.org

en.wikipedia.org

wikisource.org

fr.wikisource.org

  • Comellas, op. cit., pg. 120. Es significativa la comparación de Leibniz con Descartes que se realiza por M. Bordas-Demoulin y F. Boullier en Du cartesianisme et de l'eclecticisme, en Revue des deux mondes, 1843, pg. 938-939: "La historia de las ideas, como todas las otras historias, ofrece accidentes cómicos. Leibniz, que había querido, en interés de la religión, castigar el sistema de Descartes por el procedimiento de señalar sus errores, llega de consecuencia en consecuencia a su famosa conclusión del optimismo, es decir que priva a Dios de toda libertad, porque declara que Dios no ha podido hacer otra cosa que lo que ha hecho, y que todo fue hecho para lo mejor. Dios, en virtud misma de su derecho divino, se vio obligado a formar el mejor universo posible. Y, sin embargo, con su optimismo, ¡Leibniz se cree cristiano! Si Leibniz consiguió, hacia el final del siglo XVII, contrarrestar la influencia de Descartes, no lo hizo tanto gracias a sus ideas dogmáticas sino por su vasta e inteligente erudición en la historia de la filosofía. Descartes, Malebranche y Locke, cada uno por diferentes motivos y en diferentes grados, habían inspirado a sus contemporáneos un cierto desprecio de la sabiduría antigua. Leibniz la honraba, su gran espíritu no aceptaba representar el papel ya visto de la revuelta contra Aristóteles. Monsieur Bordas-Demoulin pretende que Leibniz no se ocupa de lógica más que para oponer Aristóteles a Descartes y adornarse con el título de sabio universal. En estas palabras hay una gran ligereza. ¿Cómo Monsieur Demoulin, quien ha leído mucho a Leibniz, no se acuerda del primer capítulo de los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, publicados en 1765 y redactados en 1704, son una refutación capítulo por capítulo del Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke, 1689; en forma de diálogo entre un empirista, Philalète, que representa la opinión de Locke, y un racionalista, Théophile, que representa la opinión de Leibniz -gallica.bnf.fr-, donde uno de los interlocutores, Théophile, dice así: «¿Hace falta que te dé la noticia de que ya no soy cartesiano [ Cartesio es la latinización de Descartes ], y que sin embargo estoy más distante que nunca de tu Gassendi [ Pierre Gassendi (1592-1655), sacerdote y astrónomo, que pretendía conciliar a Epicuro con el cristianismo limitando los átomos a un número finito y atribuyendo su creación e impulso a Dios ] a quien de todas formas también reconozco el saber y el mérito? Me ha impresionado un nuevo sistema del que he leído alguna cosa en las revistas científicas [journaux des savans] de París, de Leipzig y de Holanda, y en el maravilloso diccionario de Monsieur Bayle, artículo Rorarius [ latinización de Girolamo Rorario -D. Des Chene, 2005, 'Animal' as category: Bayle's "Rorarius"Archivado el 28 de marzo de 2014 en Wayback Machine.- ]. Desde entonces, me parece ver una nueva cara del interior de las cosas. Este sistema parece combinar Platón con Demócrito, Aristóteles con Descartes, los escolásticos con los modernos, la teología y la moral con la razón. Parece que toma lo mejor de todos lados, y después de eso va más lejos de lo que nunca hemos estado.» He ahí la clave de la filosofía leibniziana. Esta filosofía, en el pensamiento de su autor, era la conclusión pacífica del movimiento insurreccional de Descartes; era también la resurrección necesaria de los resultados de la sabiduría antigua, que había sido abandonada en un olvido injurioso; era, en fin, una audaz pretensión de los mejores resultados. Es el destino de todos los innovadores el ser seguidos a medias, y a medias contradichos, por los eclécticos. Tras Aristóteles y Platón ¡qué nube de conciliadores! Leibniz, que por sí solo vale un ejército de filósofos, emprendió el cierre de la revolución cartesiana mediante una transacción que él consideraba satisfacía las pretensiones legítimas de todos los grandes sistemas tanto como todas las exigencias de la razón y de la fe. La transacción fue desgarrada por Kant, que ha representado en el último siglo un papel revolucionario análogo al de Descartes, y que nosotros hemos visto en nuestros días representar por Hegel, retomando por otras vías la obra de Leibniz, desarrollar un sistema con el que ambicionaba abrazar y conciliar todo. En cuanto a Schelling, es probable que termine como Malebranche, sin querer discutir, y en el seno de la fe."

es.wikisource.org

worldcat.org

wustl.edu

artsci.wustl.edu

  • Comellas, op. cit., pg. 120. Es significativa la comparación de Leibniz con Descartes que se realiza por M. Bordas-Demoulin y F. Boullier en Du cartesianisme et de l'eclecticisme, en Revue des deux mondes, 1843, pg. 938-939: "La historia de las ideas, como todas las otras historias, ofrece accidentes cómicos. Leibniz, que había querido, en interés de la religión, castigar el sistema de Descartes por el procedimiento de señalar sus errores, llega de consecuencia en consecuencia a su famosa conclusión del optimismo, es decir que priva a Dios de toda libertad, porque declara que Dios no ha podido hacer otra cosa que lo que ha hecho, y que todo fue hecho para lo mejor. Dios, en virtud misma de su derecho divino, se vio obligado a formar el mejor universo posible. Y, sin embargo, con su optimismo, ¡Leibniz se cree cristiano! Si Leibniz consiguió, hacia el final del siglo XVII, contrarrestar la influencia de Descartes, no lo hizo tanto gracias a sus ideas dogmáticas sino por su vasta e inteligente erudición en la historia de la filosofía. Descartes, Malebranche y Locke, cada uno por diferentes motivos y en diferentes grados, habían inspirado a sus contemporáneos un cierto desprecio de la sabiduría antigua. Leibniz la honraba, su gran espíritu no aceptaba representar el papel ya visto de la revuelta contra Aristóteles. Monsieur Bordas-Demoulin pretende que Leibniz no se ocupa de lógica más que para oponer Aristóteles a Descartes y adornarse con el título de sabio universal. En estas palabras hay una gran ligereza. ¿Cómo Monsieur Demoulin, quien ha leído mucho a Leibniz, no se acuerda del primer capítulo de los Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, publicados en 1765 y redactados en 1704, son una refutación capítulo por capítulo del Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke, 1689; en forma de diálogo entre un empirista, Philalète, que representa la opinión de Locke, y un racionalista, Théophile, que representa la opinión de Leibniz -gallica.bnf.fr-, donde uno de los interlocutores, Théophile, dice así: «¿Hace falta que te dé la noticia de que ya no soy cartesiano [ Cartesio es la latinización de Descartes ], y que sin embargo estoy más distante que nunca de tu Gassendi [ Pierre Gassendi (1592-1655), sacerdote y astrónomo, que pretendía conciliar a Epicuro con el cristianismo limitando los átomos a un número finito y atribuyendo su creación e impulso a Dios ] a quien de todas formas también reconozco el saber y el mérito? Me ha impresionado un nuevo sistema del que he leído alguna cosa en las revistas científicas [journaux des savans] de París, de Leipzig y de Holanda, y en el maravilloso diccionario de Monsieur Bayle, artículo Rorarius [ latinización de Girolamo Rorario -D. Des Chene, 2005, 'Animal' as category: Bayle's "Rorarius"Archivado el 28 de marzo de 2014 en Wayback Machine.- ]. Desde entonces, me parece ver una nueva cara del interior de las cosas. Este sistema parece combinar Platón con Demócrito, Aristóteles con Descartes, los escolásticos con los modernos, la teología y la moral con la razón. Parece que toma lo mejor de todos lados, y después de eso va más lejos de lo que nunca hemos estado.» He ahí la clave de la filosofía leibniziana. Esta filosofía, en el pensamiento de su autor, era la conclusión pacífica del movimiento insurreccional de Descartes; era también la resurrección necesaria de los resultados de la sabiduría antigua, que había sido abandonada en un olvido injurioso; era, en fin, una audaz pretensión de los mejores resultados. Es el destino de todos los innovadores el ser seguidos a medias, y a medias contradichos, por los eclécticos. Tras Aristóteles y Platón ¡qué nube de conciliadores! Leibniz, que por sí solo vale un ejército de filósofos, emprendió el cierre de la revolución cartesiana mediante una transacción que él consideraba satisfacía las pretensiones legítimas de todos los grandes sistemas tanto como todas las exigencias de la razón y de la fe. La transacción fue desgarrada por Kant, que ha representado en el último siglo un papel revolucionario análogo al de Descartes, y que nosotros hemos visto en nuestros días representar por Hegel, retomando por otras vías la obra de Leibniz, desarrollar un sistema con el que ambicionaba abrazar y conciliar todo. En cuanto a Schelling, es probable que termine como Malebranche, sin querer discutir, y en el seno de la fe."

yale.edu

oyc.yale.edu