En la tradición judeocristiana el culpable es el acreedor y no el deudor (el culpable es el banquero que presta con interés y usura, no el que desesperadamente pide el préstamo). El rico ya ha cubierto sus necesidades, el resto de su dinero ya no es suyo y es él quien está en la obligación (deuda) de devolverlo. La tradición judeocristiana recoge con claridad las medidas bíblicas sobre el interés y caducidad de las deudas. El capitalismo es pura idolatría y de ello tendrían que preocuparse los responsables eclesiásticos y no de la laicidad (que tiene raíces cristianas), la idolatría del capitalismo es la explicación más razonable de la crisis del cristianismo en el mundo rico. El dinero es el único dios y el capitalismo su profeta, José Ignacio González Faus, Facultad de Teología. Barcelona, Iglesia Viva Nº 249, enero-marzo 2012, pp.109-115, ISSN. 0210-1114.