Armand, Émile. El anarquismo individualista y la camaradería amorosa. p. 14. Archivado desde el original el 13 de abril de 2016. Consultado el 4 de mayo de 2016. «Cuando se pide al individualista que extienda su punto de vista, éste reconoce con franqueza que no podría existir ni desenvolverse en una humanidad donde no funcionaran simultáneamente una infinidad de grupos y de individuos aislados que se rigieran a su gusto y practicaran toda especie de postulados económicos, políticos, científicos, afectivos, literarios, recreativos. En definitiva, una selva de realizaciones individualistas y colectivas. Aquí, recibiendo cada uno según sus necesidades; allá, adquiriendo cada cual según el propio esfuerzo. Aquí, el trueque: un producto por otro; allá, el cambio: producto contra valor representativo. Aquí, el productor es dueño del producto; allá, el producto es puesto a disposición de la colectividad.»
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Armand, Émile. El anarquismo individualista. Utopía Libertaria. Consultado el 4 de mayo de 2016. «El hecho de que los instrumentos de producción, o el capital, sean detentados por una minoría de poseedores actuales, o por el Estado, la Colectividad o la Comuna, es lo mismo para el individuo. Aunque los monopolios y los privilegios sean trasladados de las grandes asociaciones capitalistas a la Comuna, el individuo se halla igualmente desnudo de recursos que antes. En lugar de hallarse dominado económicamente por la minoría capitalista, lo es por el conjunto comunista. Nada le pertenece, es un esclavo».
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Armand, Émile (10 de septiembre de 1965). La propiedad. Consultado el 4 de mayo de 2016.
Armand, Émile. «El anarquismo individualista». Consultado el 4 de mayo de 2016. «Es comprensible que existan ciertas producciones que no pueden obtenerse sin una asociación sólidamente organizada. Lo esencial que hemos de tener presente es que gracias a la posesión personal de la herramienta o de la máquina o procedimiento de producción, la unidad productora, en caso de ruptura de contrato de asociación, no se halle jamás desprovista, entregada a la arbitrariedad o sometida a las condiciones de un medio social al que le repugnase pertenecer.»
Armand, Émile. El anarquismo individualista y la camaradería amorosa. p. 14. Archivado desde el original el 13 de abril de 2016. Consultado el 4 de mayo de 2016. «Cuando se pide al individualista que extienda su punto de vista, éste reconoce con franqueza que no podría existir ni desenvolverse en una humanidad donde no funcionaran simultáneamente una infinidad de grupos y de individuos aislados que se rigieran a su gusto y practicaran toda especie de postulados económicos, políticos, científicos, afectivos, literarios, recreativos. En definitiva, una selva de realizaciones individualistas y colectivas. Aquí, recibiendo cada uno según sus necesidades; allá, adquiriendo cada cual según el propio esfuerzo. Aquí, el trueque: un producto por otro; allá, el cambio: producto contra valor representativo. Aquí, el productor es dueño del producto; allá, el producto es puesto a disposición de la colectividad.»