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Su sencilla tumba yace muy próxima a la de Eduardo Mallea, con quien comparte un destino de abandono, común a los artistas hoy lamentablemente olvidados.
Zenón Rolón murió en Morón, el 13 de mayo de 1902, a la edad de 46 años. Sus restos fueron traídos a la Capital al día siguiente y depositados en el cementerio de la Recoleta.
Carlos Pellegrini: asume la presidencia de la Nación con la revolución del 90, junto a Juárez Celman.
Actualmente sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta.
General Eduardo Lonardi: en el fondo del cementerio, se encuentra un pedestal que sostiene la escultura de una figura femenina, que sostiene a un caído (que sostiene la idea del tratamiento de "La piedad", de Miguel Ángel), anteriormente se encontraban los restos del general Paz y su esposa (que era su sobrina), hasta que fueron trasladados a la catedral de Córdoba, en 1957.
Mausoleo de los caídos de la revolución de 1890: en este mausoleo se encuentran los restos de personalidades que hicieron historia en el país, entre ellos: Alem, Irigoyen Illia y Elpidio González.
General Facundo Quiroga: al morir en Barranca Yaco, es enterrado en el cementerio de los Canónigos, al lado de la iglesia catedral de Córdoba. Al año su viuda María Dolores Fernández, le pide al General Rosas traer sus restos a Buenos Aires y compra el predio en el cementerio de Recoleta, muy bien ubicado, ya que en ese entonces no se encontraba el mausoleo de Alvear.
Juan José Passo: fue secretario de la primera junta e integrante del primer triunvirato.
Juan Manuel Ortiz de Rosas: el apellido se escribía originalmente con "z" pero Juan Manuel decide firmar con "s", luego de una discusión familiar.
General Roca: esta bóveda fue mandada a hacer por su viuda, Clara Funes.
Mausoleo de la familia Leloir: aquí descansa Luis Federico Leloir, premio Nóbel de química 1970.
Mariquita Sánchez de Thompson: es un sepulcro que parece el trono de una reina, muy ornamentado, con antorchas hacia arriba y hacia abajo, simbolizando la vida y la extinción de la misma.
General Soler: militar argentino de la independencia.
General Ricchieri: fue el general de la Nación que instauró el servicio militar obligatorio.
General Eugenio Aramburu: es una cripta subterránea.
Almirante Brown: es un túmulto verde, en honor a Irlanda, donde este nació.
Las bóvedas más visitadas son las de Evita, Domingo F. Sarmiento, Juan M. de Rosas, Remedios Escalada de San Martín, Mariquita Sánchez, Rufina de Cambaceres, entre muchas otras.
Fallece en 1833 y sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires.
1967: Muere en Buenos Aires el 24 de enero, y es enterrado en el ilustre cementerio porteño de la Recoleta.
La masiva expresión de duelo popular agolpada a las puertas de la sede legislativa se repitió al día siguiente, 2 de abril, en el cortejo callejero, escoltado por la guardia presidencial, que, tras la misa de cuerpo presente oficiada en la explanada exterior del Congreso entre otros eclesiásticos por el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, primo carnal del fallecido, condujo al ex presidente al panteón del cementerio de la Recoleta destinado a los caídos en la llamada Revolución del Parque de 1890, lugar de descanso de próceres radicales como Yrigoyen, Illia y Leandro Alem.
Los del siglo XIX están por su "derecho de próceres": si bien fueron escritores, se destacaron más por su vida pública como políticos o militares, como Domingo Faustino Sarmiento, Carlos Guido y Spano o Lucio V. Mansilla.
En ese triángulo, de monumentos viejos pero simples, está grabada la respuesta de tantas pruebas de historia: Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta, también descansa allí.
Se trata por ejemplo, de los sepulcros de Valentín Alsina, Dalmacio Vélez Sarsfield, Cornelio Saavedra y Domingo Sarmiento.
La enterraron en el cementerio de la Recoleta, según consta en los registros que aún permanecen intactos en los archivos de la dirección.
Claro que no todos los muertos de Recoleta estuvieron en el poder. Pero son igualmente parte de un pasado conocido. Los restos del boxeador Luis A. Firpo, la vedette Susana Brunetti y el corredor de autos y miembro del jet set Charly Menditegui se intercalan con escritores como José Hernández (autor del Martín Fierro), Victoria Ocampo y Miguel Cané.
Más allá de su cotización, los sepulcros regalan historias de amor. Un símbolo de eso es la mata de jacintos esculpida en mármol que Justa Urquiza (hija del general Urquiza) le ofreció en vida a su amado Luis María Campos y que ahora está en su bóveda, imponente y blanca, llegando a la calle Vicente López.
Como la de Luis Vernet, primer gobernador de las Malvinas, a la que se le rompió la lucarna del techo.
En cambio, los restos de los escritores del siglo XX como Leopoldo Lugones, Oliverio Girondo o Adolfo Bioy Casares "están casi por derecho de linaje o por sus vínculos de clase social", acotó.
Es, como ya fue dicho, el más antiguo de Buenos Aires y allí descansan muchos de nuestros héroes y padres de la patria; de una larguísima nómina se podría mencionar que contiene los restos de Juan Manuel de Rosas, Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre y Nicolás Avellaneda.
La más visitada, según explican sus cuidadores, es la de Eva Perón, que descansa allí desde 1976, después de un largo periplo de su cadáver embalsamado.
Pero también están las de otros personajes de la historia, como Manuel Dorrego y su enemigo, el general Juan Lavalle, las del caudillo riojano Facundo Quiroga y la de su rival, Domingo Faustino Sarmiento, la del Premio Nobel Luis Leloir y hasta el fantasma de Rufina Cambaceres, una leyenda que se repite en cada visita al lugar.
Al morir en 1902 es enterrado en el Panteón de los Guerreros del Paraguay.
Dos años después, sus restos fueron repatriados y recibidos por Mitre, y hoy dos monumentos, uno de ellos en la Recoleta donde reposan sus restos, recuerdan en la capital sus grandes talentos y relevantes virtudes.
Como se recordará, allí se alojan los restos de Eva Duarte de Perón; de los escritores José Hernández, Victoria y Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Casares, Miguel Cané, Oliverio Girondo y Paul Groussac; los premios Nobel Luis Federico Leloir y Carlos Saavedra Lamas; los médicos Cosme Argerich y Francisco Javier Muñiz; los artistas Blanca Podestá, Armando Bo y Zully Moreno, y los deportistas Luis Angel Firpo y Martín Karadagian.
Entre los mandatarios argentinos enterrados en la Recoleta figuran Marcelo Torcuato de Alvear, Nicolás Avellaneda, Victorino de la Plaza, José Figueroa Alcorta, José María Guido, Arturo Humberto Illia, Agustín P. Justo, Bartolomé Mitre, Carlos Pellegrini, Manuel Quintana, Julio A. Roca, Luis Sáenz Peña, Roque Sáenz Peña, Domingo Faustino Sarmiento, José Uriburu, Hipólito Yrigoyen y Raúl Alfonsín.
A las tres y media de la tarde lluviosa y gris, los restos de Raúl Alfonsín llegaron al Panteón de los Revolucionarios del Parque de 1890. Un par de horas después, el ex presidente yacía muy cerca de sus admirados Leandro N. Alem, Hipólito Yrigoyen y Arturo Illia, bañado, además, por el cariño y la admiración de dirigentes radicales y de otros partidos que llegaron para darle el último y emocionado adiós.
Hoy, empero, el azar-o mejor dicho la falta de espacio- lo convirtió en realidad: el féretro de bronce del general Quiroga yace de pie detrás de una pared en la bóveda de la familia Demarchi, en el cementerio de la Recoleta, y fue encontrado por un grupo de investigadores que impulsa declarar "sepulcro histórico" a su morada.
Una nieta de Napoleón también duerme su sueño eterno en la Recoleta gracias a las gestiones de Mariquita Sánchez de Thompson, casada en segundas nupcias y luego separada del francés Mendeville. El conde Alejandro Walewski, hijo del Emperador con la condesa polaca María Walewska, viaja con su mujer embarazada a Buenos Aires para negociar la finalización del bloqueo anglo-francés durante 1847. Mariquita, por expreso pedido de Rosas, asiste a la pareja que vio nacer y morir a su pequeña hija, Isabel, en estas márgenes del Plata. Servil, Mariquita se ocupa de la última morada para la heredera francesa y la entierra en una parcela de la Recoleta al tiempo que la pareja retorna al Viejo Continente. La inscripción del cuerpo figura en los registros del cementerio, aunque nadie puede precisar el lugar exacto de su inhumación.
El año pasado, la tarea se registró en los mausoleos de Luis María Campos y Nicolás Avellaneda, la bóveda de la familia de José C. Paz, el panteón de Ciudadanos Meritorios y el Cristo de la capilla del cementerio.
Fue sepultado en el Cementerio de la Recoleta, en la bóveda del General José María Paz.
José C. Paz: su tumba tiene representados varios ángeles (que simbolizan la resurrección), realizados por el escultor francés J. F. Cután (quien también realizó trabajos en las bóvedas de Nicolás Avellaneda y Luis María Campos).
Su sencilla tumba yace muy próxima a la de Eduardo Mallea, con quien comparte un destino de abandono, común a los artistas hoy lamentablemente olvidados.
Dos años después, sus restos fueron repatriados y recibidos por Mitre, y hoy dos monumentos, uno de ellos en la Recoleta donde reposan sus restos, recuerdan en la capital sus grandes talentos y relevantes virtudes.